Joanot
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REFLEXION
Es curioso.
Cuando un comandante del avión realiza un aterrizaje en condiciones adversas, con movimiento de las alas, alteración de la horizontalidad, brusquedades en el contacto del tren de aterrizaje con el suelo, etc. los pasajeros le rinden un caluroso aplauso, seguramente provocado más por la euforia posterior a un estado de miedo extremo ante la proximidad del accidente, que por la apreciación de la habilidad del piloto, dato desconocido por los ajenos a esa profesión.
Sin embargo, cuando un maquinista del tren actúa de forma responsable, profesional y superando sus propias obligaciones en el momento de solventar una situación crítica como son condiciones atmosféricas adversas, averías en el tren o en la infraestructura, accidentes o conatos de accidentes, incidentes con ciertos viajeros o peatones, no siempre de comportamiento cívico correcto, los viajeros no solamente no aplauden a ese maquinista sino que se quejan de las cosas que están mal (que siempre las hay) y bajan del tren, normalmente descontentos del servicio.
Dicho sea de paso, que está bien que se aplauda al buen piloto y que el maquinista no debe esperar el agradecimiento de los viajeros en el desarrollo de su trabajo.
Pero es curioso.
Es curioso.
Cuando un comandante del avión realiza un aterrizaje en condiciones adversas, con movimiento de las alas, alteración de la horizontalidad, brusquedades en el contacto del tren de aterrizaje con el suelo, etc. los pasajeros le rinden un caluroso aplauso, seguramente provocado más por la euforia posterior a un estado de miedo extremo ante la proximidad del accidente, que por la apreciación de la habilidad del piloto, dato desconocido por los ajenos a esa profesión.
Sin embargo, cuando un maquinista del tren actúa de forma responsable, profesional y superando sus propias obligaciones en el momento de solventar una situación crítica como son condiciones atmosféricas adversas, averías en el tren o en la infraestructura, accidentes o conatos de accidentes, incidentes con ciertos viajeros o peatones, no siempre de comportamiento cívico correcto, los viajeros no solamente no aplauden a ese maquinista sino que se quejan de las cosas que están mal (que siempre las hay) y bajan del tren, normalmente descontentos del servicio.
Dicho sea de paso, que está bien que se aplauda al buen piloto y que el maquinista no debe esperar el agradecimiento de los viajeros en el desarrollo de su trabajo.
Pero es curioso.