Una salada gota recorre hoy tu mejilla ciprés,
se detiene al filo de tu boca, y pendulando,
observa triste tus tensados cabellos blanquecinos.
Nunca más su mano recorrerá tu fino cuello de ébano
ni acariciará tu sensual y aromático cuerpo.
Será el recuerdo - ese aura envuela en armonías-,
la que dé consuelo a esa rabia de lo inesperado,
será la eterna lágrima que recorra tu guitarra cada día.