Rompelanzas; la calle mas corta
Rompelanzas está entre el Carmen y Preciados y pasa por ser la más corta de todo Madrid. Perfectamente podría haberse llamado travesía o haberse considerado la continuación de Mesonero Romanos cruzando Preciados, o de Maestro Victoria el Carmen.
El nombre
Con motivo de la inauguración de la iglesa del Carmen Calzado se derribaron unas casas viejas que allí había naciendo entonces de la nada la pequeña calle. Al pasar por ella el coche del corregidor Luis Gaitán de Ayala (el mismo que había ordenado abrir camino en el lugar) se rompió la lanza del carruaje. Pero no fue entonces cuando la calle adoptó su evidente nombre, sino que poco después le pasó lo mismo al coche del presidente del Consejo de Indias, que acudía también a la iglesia, pasando ya sí a conocerse como calle de Rompelanzas.
Esta al menos es la historia que aparce con casi idéntica redacción en varios libros sobre la villa que hemos consultado: los diccionarios de María Isabel Gea, Francisco Azorín et alli y el clásico de Pedro de Répide. Sin embargo a uno le asaltan las dudas de si la historia no se refería a la calle Galdo, igualmente corta, que igualmente une El Carmen y Preciados y que es la que realmente da acceso a la iglesia del Carmen.
La iglesia de la historia es la del convento de carmelitas que había en la calle del Carmen desde el siglo XVI y que financió Felipe II. Iglesia y convento fueron desamortizados en 1836, el primer tiempo quedó en pie (la actual parroquia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis), mientras que el convento dio paso a un frontón hoy también desaparecido. La iglesia fue incendiada durante la Guerra Civil y se restauró en los años cincuenta.
En la calle Rompelanzas había una pequeña tienda especializada en confección infantil desde 1890. En 1934 Ramón Areces, que venía de hacer las américas y fijó la pequeña tienda de Rompelanzas como primera piedra del imperio que aún no sabía conseguiría levantar. Cuando Areces la compró la tienda ya se llamaba El Corte Inglés.
…Y la calle hoy
Seguramente muchos viandantes habituales de la decimotercera calle comercial de alquiler más caro del mundo – Preciados – reconocerían inmediatamente el puesto de perritos calientes o el de helados que hay en la calle. Ni que decir tiene que todos sabrían identificar las taquillas del Fnac, dónde frecuentemente se forman colas interminables que no caben en una calle que se recorre en veintiún pasos. Seguramente no sabrían que se encuentran en la calle Rompelanzas, cuyo nombre ha perdido un poco de sentido tras sucesivos ensanches.