El reloj de Coya y Tocopilla: unos que lo olvidan y otros que lo desean
Con muchos sentimientos y razones encontradas han reaccionados los tocopillanos frente a al afán de los pampinos de recuperar la reliquia del reloj. ¿Por qué? Porque tuvo que ser un alcalde afuerino el que tuvo que reaccionar ante tanta indiferencia por parte de las autoridades y de la comunidad en general en Tocopilla. Pero, por otra parte, seria bueno que se lo llevaran ya que por las condiciones que se encuentra dicho obelisco, no es mucho el tiempo que le queda de vida. Aunque en la práctica ya estaba muerto: no marcaba las horas, sus campanas ya estaban silentes, los rayados, la desprotección, la abertura de sus puertas permitió el ingreso de palomas con sus excretas letales para el pino Oregón. Además si sigue allí, su vulnerabilidad seguirá latente, no debemos olvidar que por encontrarse en una zona costera, su madera puede tender al pudrimiento por la excesiva humedad, también este reloj posee un alto componente de partículas de salitre que se han ido incrustando o adhiriendo sólidamente a las añosas maderas. Salitre que ha sido trasladado por el viento de sur a norte que acaece en el puerto, y cuyas partículas son provenientes del acopio existente en SQM, depósitos muy cercanos al monumento.
En esta situación se puede repetir la triste historia del viejo edificio de la Aduana –el cual se ubicaba en la cuadra siguiente- y que fue consumido por las llamas en 1990, en donde ocurrió el mismo fenómeno que anteriormente de describió: la humedad fue adhiriendo las partículas del combustible salitre a su construcción, y bastó solo una pequeña chispa para que aquel pretérito edificio patrimonial se consumiera en poquísimos minutos.
Pero, poco se puede hacer frente a los justificados y ecuánimes deseos de los pampinos, ¿Cómo pueden los tocopillanos tratar de dejar acá el reloj? Que argumento podemos esgrimir? Si es tan evidente el daño natural y humano del cual ha sido victima?.
No solo podemos tratar de exterminadores a quienes lo rayan sino que también a los que lo olvidan, aun teniendo las facultades legales -y obligación- y económicas para protegerlo. Es una gran pena para los tocopillanos y preservadores del patrimonio, ya que el Derecho a la Memoria también es inherente a los seres humanos.
Atrás quedará el recuerdo cuando el reloj de Coya Sur, fue donado en el año 81 por la empresa Soquimich a Tocopilla, pero su adquisición en Coya Sur se logró gracias al esfuerzo de todos los pobladores que en aquella época residían en la oficina salitrera, el cual fue importado desde Inglaterra en 1911.
La valiosa pieza fue desmontada cuidadosamente y trasladada a Tocopilla. Sólo la base de su torre, no es la original y a su alrededor posee cuatro piedras de caliche, que representan a las oficinas José Francisco Vergara, María Elena, Pedro de Valdivia y Coya Sur.
La Prensa de Tocopilla del día 30 de diciembre de 1983, nos presentaba la noticia en su página 6 “…Expectación causó entre los tocopillanos la faena de ubicación del gigantesco reloj que está siendo instalado en calle Prat con Baquedano (…) fueron instaladas las estructuras de la torre en su integridad, con altura que sobrepasa los 15 metros para lo cual fue necesario utilizar una poderosa grúa facilitada especialmente para cumplir con la operación. Como sus piezas son de madera, la faena debió realizarse tomando las precauciones de tal forma que no resultaran deterioradas. Desde ya, pese a que aun le falta la instalación de reloj y pintarlo con los colores primitivos, la estructura se divisa en forma impresionante desde todos los ángulos. En cuanto a la parte baja, sólo se observa por el momento la estructura que constituye la base, siendo esta de fierro. El espacio en total ocupa una superficie de unos 50 metros cuadrados…”.
Que lindo hubiese sido seguir viendo y funcionando el reloj acá en Tocopilla, y volver a escuchar sus campanas. Y que lindo sería verlo restaurado, y no rayado y no constreñido en el olvido.
Fracasados fueron los esfuerzos, los múltiples llamados y los pasos que se dieron en este proceso reconstructor al no tener presente el fortalecimiento de nuestra identidad, el respeto a la historia y la conservación de elementos que son partes de nuestras características y que se ese modo configuran los emblemas provinciales.
Lamento profundamente el doble estándar de las autoridades tocopillanas quienes, en la celebración del día del Pedro de Valdivia, aplaudían –en presencia de la Ministra de Cultura- y premiaban y abrazaban al alcalde de María Elena por la defensa patrimonial, entregando diplomas que justamente tenían una gran foto del reloj de Coya…
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Parece que por ahí en Chile ocurren cosas similares...
Texto y fotos originales
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