Miguelanxo
Well-known member
Lo que muestro en este tema es un proceso de reconstrucción, tras constatar la imposibilidad de realizar una restauración no destructiva de esta esfera.
Cuando me hice con este reloj me llamó la atención su combinación de colores, las agujas de jeringa -que me gustan mucho-, y me animó su calibre fiable, un AS 1188, en buen funcionamiento... aunque tenía asumido que su estado era más bien lamentable. TODO su exterior estaba muy deteriorado, las agujas estaban deformadas y la caja parecía haber sobrevivido a dos guerras. Como me sucede tantas veces, cuando fui consciente del mucho trabajo que necesitaría, me ganó el desánimo y se fue a dormir en el cajón al que llamo "el Purgatorio".
Hace un par de semanas me decidí a replantearme su futuro. Tras desmontarlo, el estado de la esfera me tentó a devolverlo al Purgatorio otra temporada. La laca de protección tenía rayones por todos lados, la luminova de los índices estaba ennegrecida y había saltado en muchas partes, la escala de minutos / segundos estaba muy dañada, y había arañazos profundos que afectaban a la capa de color por todas partes. Un desastre.
Tras una primera limpieza comprobé que los daños en la capa de color eran mayores de lo que creía y, tras una eternidad mirándolo fijamente y maldiciendo el impulso irreflexivo de haberlo comprado, asumí que intentar una restauración era inviable.
Retiré la laca y los restos de luminova, por retardar un poco el proceso irreversible de la eliminación, y ya no me quedaron dudas: si quería salvar al enfermo, había que "proceder".
Y "procedí", sin anestesia. En este estado, con las huellas sobre el metal de lo que un día fue, se siente mucha angustia: el paciente tiene toda la pinta de que jamás dejará de ser un patético cadaver.
Preparé la imprimación de base, con algo de tono y de nacarado y la apliqué con aerógrafo. En este paso la angustia disminuye. El paciente ya no parece un despojo en la camilla del forense tras practicarle la autopsia, sino alguien en una limpia y desinfectada UCI con alguna probabilidad, aunque sea remota, de sobrevivir.
Hacer el diseño para la impresión es un alivio. En esta etapa no hay riesgos y sé que siempre voy a llegar a buen puerto. Decidí respetar todo menos el tamaño del símbolo del logotipo. La corona original me parecía excesiva. Como no iba a aplicar luminova a los índices les dí un contorno medio. El cirujano plástico se siente optimista en este punto, con la imagen simulada del aspecto que tendrá el paciente cuando se retiren las vendas.
La estampación vuelve a tener su punto de angustia. Si sale mal y la boca queda torcida o un ojo más alto que el otro... hay que eliminar todo y empezar de cero. Con la esfera ya seca, hago la comprobación de que todo está en sus sitio.
Y así quedó después de aplicarle el barniz protector.
Este fin de semana me pusé con la caja. Al eliminar el cromado quedaron en evidencia los daños en el metal, que me obligaron a limar y pulir para minimizar las marcas. Tuve que asumir que para volver a una superficie impoluta tendría que retirar demasiado material, por lo que preferí simplemente "adecentar" el acabado y aminorar los daños.
Este fue el resultado final. Corregí las deformaciones de las agujas, las rellené con pasta con el mismo azul de la franja de la esfera, y la trotadora la pinté con aerógrafo con un azul levemente más claro y metalizado y la punta en cobre. Ah, y le cambié la corona, porque, además de ser dorada, era un suplicio para darle cuerda.
Y así queda completo.
Espero no haber aburrido.
¡Saludos!
Cuando me hice con este reloj me llamó la atención su combinación de colores, las agujas de jeringa -que me gustan mucho-, y me animó su calibre fiable, un AS 1188, en buen funcionamiento... aunque tenía asumido que su estado era más bien lamentable. TODO su exterior estaba muy deteriorado, las agujas estaban deformadas y la caja parecía haber sobrevivido a dos guerras. Como me sucede tantas veces, cuando fui consciente del mucho trabajo que necesitaría, me ganó el desánimo y se fue a dormir en el cajón al que llamo "el Purgatorio".
Hace un par de semanas me decidí a replantearme su futuro. Tras desmontarlo, el estado de la esfera me tentó a devolverlo al Purgatorio otra temporada. La laca de protección tenía rayones por todos lados, la luminova de los índices estaba ennegrecida y había saltado en muchas partes, la escala de minutos / segundos estaba muy dañada, y había arañazos profundos que afectaban a la capa de color por todas partes. Un desastre.
Tras una primera limpieza comprobé que los daños en la capa de color eran mayores de lo que creía y, tras una eternidad mirándolo fijamente y maldiciendo el impulso irreflexivo de haberlo comprado, asumí que intentar una restauración era inviable.
Retiré la laca y los restos de luminova, por retardar un poco el proceso irreversible de la eliminación, y ya no me quedaron dudas: si quería salvar al enfermo, había que "proceder".
Y "procedí", sin anestesia. En este estado, con las huellas sobre el metal de lo que un día fue, se siente mucha angustia: el paciente tiene toda la pinta de que jamás dejará de ser un patético cadaver.
Preparé la imprimación de base, con algo de tono y de nacarado y la apliqué con aerógrafo. En este paso la angustia disminuye. El paciente ya no parece un despojo en la camilla del forense tras practicarle la autopsia, sino alguien en una limpia y desinfectada UCI con alguna probabilidad, aunque sea remota, de sobrevivir.
Hacer el diseño para la impresión es un alivio. En esta etapa no hay riesgos y sé que siempre voy a llegar a buen puerto. Decidí respetar todo menos el tamaño del símbolo del logotipo. La corona original me parecía excesiva. Como no iba a aplicar luminova a los índices les dí un contorno medio. El cirujano plástico se siente optimista en este punto, con la imagen simulada del aspecto que tendrá el paciente cuando se retiren las vendas.
La estampación vuelve a tener su punto de angustia. Si sale mal y la boca queda torcida o un ojo más alto que el otro... hay que eliminar todo y empezar de cero. Con la esfera ya seca, hago la comprobación de que todo está en sus sitio.
Y así quedó después de aplicarle el barniz protector.
Este fin de semana me pusé con la caja. Al eliminar el cromado quedaron en evidencia los daños en el metal, que me obligaron a limar y pulir para minimizar las marcas. Tuve que asumir que para volver a una superficie impoluta tendría que retirar demasiado material, por lo que preferí simplemente "adecentar" el acabado y aminorar los daños.
Este fue el resultado final. Corregí las deformaciones de las agujas, las rellené con pasta con el mismo azul de la franja de la esfera, y la trotadora la pinté con aerógrafo con un azul levemente más claro y metalizado y la punta en cobre. Ah, y le cambié la corona, porque, además de ser dorada, era un suplicio para darle cuerda.
Y así queda completo.
Espero no haber aburrido.
¡Saludos!