epicuro150
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Relojes termoneumáticos
Hay relojes que son verdaderas joyas, no por su diseño a la vista, ni por su complicada maquinaria, ni tan siquiera por su precisión. Son relojes que funcionan siguiendo ideas poco convencionales. TecOb ha sido visitado ya por aparatos medidores del tiempo muy atractivos, a la vez que extraños, como los preciosos relojes Nixie. Hoy, llega a este blog un interesante cacharrillo, casi olvidado durante décadas. Se trata del Reloj Puja Mantel. Su parte frontal era como la de cualquier reloj de mesa de la época, embutido en madera, mostrando dos manecillas girando. Nadie diría, a primera vista, que su principio de funcionamiento difiere de cualquier otro. La sopresa viene al abrir la tapa trasera del reloj.
La patente alemana número 714893, de 1941, en la que se describe este tipo de relojes, es muy curiosa. Hay que pensar en la época de aquel diseño, en plena Segunda Guerra Mundial, en Alemania no se puede decir que sobraran los materiales para cosas como los relojes de mesa, así que los ingenieros desarrollaron su imaginación, para utilizar productos baratos pero eficientes. Básicamente, se trata de una pequeña resistencia eléctrica que calienta contenedores de vidrio con alcohol, comunicados entre sí. Al vaporizarse parcialmente el líquido, se generan flujos de vapor que mueven el conjunto de contenedores, proporcionando la energía necesaria para movilizar las manecillas. Y este lío ¿qué ventajas podría tener? Parece ser que no muchas, pero si pensamos en que el suministro de electricidad en la Alemania de la época era deficiente, por culpa de la guerra y que la frecuencia de la corriente alterna, o incluso la tensión, fluctuaban caóticamente, el sencillo sistema de “molinillo” calentable garantizaba que el reloj marcase la hora más o menos decentemente
Hay relojes que son verdaderas joyas, no por su diseño a la vista, ni por su complicada maquinaria, ni tan siquiera por su precisión. Son relojes que funcionan siguiendo ideas poco convencionales. TecOb ha sido visitado ya por aparatos medidores del tiempo muy atractivos, a la vez que extraños, como los preciosos relojes Nixie. Hoy, llega a este blog un interesante cacharrillo, casi olvidado durante décadas. Se trata del Reloj Puja Mantel. Su parte frontal era como la de cualquier reloj de mesa de la época, embutido en madera, mostrando dos manecillas girando. Nadie diría, a primera vista, que su principio de funcionamiento difiere de cualquier otro. La sopresa viene al abrir la tapa trasera del reloj.
La patente alemana número 714893, de 1941, en la que se describe este tipo de relojes, es muy curiosa. Hay que pensar en la época de aquel diseño, en plena Segunda Guerra Mundial, en Alemania no se puede decir que sobraran los materiales para cosas como los relojes de mesa, así que los ingenieros desarrollaron su imaginación, para utilizar productos baratos pero eficientes. Básicamente, se trata de una pequeña resistencia eléctrica que calienta contenedores de vidrio con alcohol, comunicados entre sí. Al vaporizarse parcialmente el líquido, se generan flujos de vapor que mueven el conjunto de contenedores, proporcionando la energía necesaria para movilizar las manecillas. Y este lío ¿qué ventajas podría tener? Parece ser que no muchas, pero si pensamos en que el suministro de electricidad en la Alemania de la época era deficiente, por culpa de la guerra y que la frecuencia de la corriente alterna, o incluso la tensión, fluctuaban caóticamente, el sencillo sistema de “molinillo” calentable garantizaba que el reloj marcase la hora más o menos decentemente