MANDALA101
Cronos Dios del Tiempo
Según “El costumari” de Joan Amades, Sant Jordi es el patrón de los caballeros por la ayuda que hizo el santo al rey Pedro I el año 1094 ganando una batalla contra los sarracenos después de invocar al santo. Como agradecimiento el rey lo declaró patrón de la caballería y de la nobleza catalana. En Cataluña, la fiesta se generalizó a mediados del siglo XV y fue mencionado Patrón de Cataluña a principios del siglo XIX.
Sant Jordi era un soldado romano nacido en Capadocia (actual región de Turquía) y es el gran protagonista de una gran gesta caballeresca que se sitúa en Libia, pero que la tradición catalana cree ocurrida en la población de Montblanc (Tarragona).
Dicen que en los alrededores de Montblanc había monstruo feroz y terrible, que poseía las facultades de caminar, volar y nadar, y tenía el aliento apestoso, hasta el punto que desde muy lejos con sus soplo envenenado el aire, y producía la muerte de todos quienes lo respiraban. Por toda la región reinaba el terror. Los habitantes pensaron en darle cada día una persona y así no haría estragos a diestro y siniestro. Se decidió hacer cada día un sorteo entre todos los habitantes de la villa y el “afortunado” sería entregado a la "simpática" fiera. Así se hizo durante mucho tiempo, y el monstruo se debía sentir satisfecho, ya que dejaba de hacer estragos y maldades.
Pero un día, la suerte quiso que le tocara a la hija del rey. La princesa era joven y guapa, y algún ciudadano se ofreció a sustituirla, pero el rey fue severo e inexorable, y con el corazón lleno de luto, dijo que tanto era su hija como la de cualquiera de sus súbditos. La doncella salió de la ciudad y ella solita se encaminó hacia el lago donde residía la fiera, mientras todo el vecindario, desconsolado y afligido, miraba desde la muralla como se iba al sacrificio. Se presentó un joven caballero, cabalgando en un caballo blanco, y con una armadura toda dorada y brillante. La doncella, toda preocupada, le dijo que por allí rondaba un monstruo que así que lo viera se lo comería. El caballero le dijo que no temiera, que no le iba a pasar nada, ni a él ni a ella, ya que había venido para combatir la fiera y así liberar del sacrificio de la princesa y a la ciudad de Montblanc. Después de una dura lucha del dragón con el caballero le dio un buen golpe y lo dejó mal herido. El caballero, que era Sant Jordi, ató al monstruo por el cuello y le dio la cuerda a la doncella para que ella la llevara a la ciudad, y la fiera siguió toda mansa y atemorizada. Los vecinos de Montblanc recibieron con los brazos abiertos a la doncella y al caballero y en la plaza mayor del pueblo, los vecinos acabaron de rematar ese feroz animal. Se dice que el rey quiso casar su hija con Sant Jordi, pero que éste replicó diciendo que no la merecía y que su visita en esa ciudad era porque había tenido una revelación divina sobre la necesidad urgente de salvar esa villa del monstruo. Recomendó al rey y a sus vasallos que fueran buenos cristianos y que honraran y veneraran a Dios tal como merecía. Desapareció misteriosamente como había venido. La leyenda de San Jorge, no es más que una adaptación de la auténtica narración legendaria que escribió Santiago de la Vorágine en el siglo XII en su obra titulada "La Leyenda Dorada". Curiosamente, en esta versión catalana, se dice que este acto heroico se llegó a conocer por todo el mundo, y que el emperador romano hizo llamar a Sant Jordi, que era soldado suyo, porque le explicara la razón de aquella gesta. Él, sin ningún tipo de problema, le dijo que lo había hecho por revelación divina, de Dios y de su hijo Jesucristo. Esto irritó al emperador y lo hizo matar.
Una leyenda de similares características se explica sobre Sant Mer, un santo muy venerado en el Pla de l'Estany. Los inicios del culto en Cataluña empiezan cuando el Abad Oliva consagró el año 1032 un altar en honor al santo en el monasterio de Ripoll. De entre las primeras capillas documentadas históricamente que se levantaron está la de Sant Jordi de Llob, en la comarca del Bages, 1053. No hay que olvidar la capilla de la Generalidad de Cataluña que data de mitad del siglo XV, por su importancia social. En un principio, por el siglo XIII, la devoción a Sant Jordi la tenían principalmente los caballeros. Por este motivo, nacieron diferentes órdenes caballerescas de Sant Jordi, como la de Sant Jordi d'Alfama, fundada en 1201 por Pedro II de Cataluña y Aragón.La Generalitat de Cataluña en su dietario del 17 de abril de 1456, declaró el 23 de abril públicamente como día de fiesta y dos siglos más tarde, en 1667, el Papa Clemente IX aprobó oficialmente que el 23 de abril fuera día festivo en nuestra casa, a pesar de que hoy sea laborable. Hace tiempo, era costumbre que se representasen obras teatrales sobre la vida del santo, bailes y procesiones. Se dice que hace muchos siglos era tradición en el Empordà, que los chicos que ya estaban en edad de casarse tenían derecho de levantarse de buena mañana y entrar en las casas de las chicas. Si todavía estaban durmiendo en la cama, eran invitadas a la fuerza a bailar fuera en la calle (aunque fueran con camisa).
Sant Jordi es el patrón de los enamorados en Cataluña gracias a la gran hazaña del santo de salvar a la princesa de aquel monstruo feroz. Parece que San Valentín hace la "vista gorda" y le cede este protagonismo a su "colega". Aunque algunos catalanes lo celebran tanto el 23 de abril como el 14 de febrero. En Sant Jordi, el chico le regala una rosa a su "princesa" y ésta le regala un libro. ¿De dónde viene la tradición de regalar la rosa? algunos dicen que nació de la "Feria de los Enamorados" que se celebraba en Barcelona por el siglo XV. Se puede decir que en el siglo XV, se repartían rosas a todas las señoritas que asistían a la misa que se celebraba en la capilla que el santo tiene el Palau de la Generalitat. La fiesta del Día del Libro tiene un origen en Cataluña. Comenzó a celebrarse el 7 de octubre de 1926 en conmemoración del nacimiento de Miguel de Cervantes a instancias del escritor y editor valenciano, afincado en Barcelona, Vicent Clavel Andrés que lo propuso en la Cámara Oficial del Libro de Barcelona. El 6 de febrero de ese año, el gobierno español presidido por Miguel Primo de Rivera lo acepta y el rey Alfonso XIII firmaba el Real Decreto declarando la "Fiesta del Libro Español". El año 1930 se trasladó la fecha al 23 de abril, día de la muerte de Cervantes. Más tarde, en 1995, la Unesco declara el 23 de abril como el Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor. Cabe recordar que un 23 de abril también murió Josep Pla y William Shakespeare. Toda Cataluña se viste de rosas y libros. Los paseos y calles principales de nuestras villas están llenos de paradas con libros y rosas que dan un aire festivo y alegre a la celebración. En la rosa se cumplen dos características: el color rojo, que simboliza la pasión, y la espiga de trigo que es entendida como la fecundidad. De ahí que sea un buen elemento para regalar a una persona enamorada.
Sant Jordi era un soldado romano nacido en Capadocia (actual región de Turquía) y es el gran protagonista de una gran gesta caballeresca que se sitúa en Libia, pero que la tradición catalana cree ocurrida en la población de Montblanc (Tarragona).
Dicen que en los alrededores de Montblanc había monstruo feroz y terrible, que poseía las facultades de caminar, volar y nadar, y tenía el aliento apestoso, hasta el punto que desde muy lejos con sus soplo envenenado el aire, y producía la muerte de todos quienes lo respiraban. Por toda la región reinaba el terror. Los habitantes pensaron en darle cada día una persona y así no haría estragos a diestro y siniestro. Se decidió hacer cada día un sorteo entre todos los habitantes de la villa y el “afortunado” sería entregado a la "simpática" fiera. Así se hizo durante mucho tiempo, y el monstruo se debía sentir satisfecho, ya que dejaba de hacer estragos y maldades.
Pero un día, la suerte quiso que le tocara a la hija del rey. La princesa era joven y guapa, y algún ciudadano se ofreció a sustituirla, pero el rey fue severo e inexorable, y con el corazón lleno de luto, dijo que tanto era su hija como la de cualquiera de sus súbditos. La doncella salió de la ciudad y ella solita se encaminó hacia el lago donde residía la fiera, mientras todo el vecindario, desconsolado y afligido, miraba desde la muralla como se iba al sacrificio. Se presentó un joven caballero, cabalgando en un caballo blanco, y con una armadura toda dorada y brillante. La doncella, toda preocupada, le dijo que por allí rondaba un monstruo que así que lo viera se lo comería. El caballero le dijo que no temiera, que no le iba a pasar nada, ni a él ni a ella, ya que había venido para combatir la fiera y así liberar del sacrificio de la princesa y a la ciudad de Montblanc. Después de una dura lucha del dragón con el caballero le dio un buen golpe y lo dejó mal herido. El caballero, que era Sant Jordi, ató al monstruo por el cuello y le dio la cuerda a la doncella para que ella la llevara a la ciudad, y la fiera siguió toda mansa y atemorizada. Los vecinos de Montblanc recibieron con los brazos abiertos a la doncella y al caballero y en la plaza mayor del pueblo, los vecinos acabaron de rematar ese feroz animal. Se dice que el rey quiso casar su hija con Sant Jordi, pero que éste replicó diciendo que no la merecía y que su visita en esa ciudad era porque había tenido una revelación divina sobre la necesidad urgente de salvar esa villa del monstruo. Recomendó al rey y a sus vasallos que fueran buenos cristianos y que honraran y veneraran a Dios tal como merecía. Desapareció misteriosamente como había venido. La leyenda de San Jorge, no es más que una adaptación de la auténtica narración legendaria que escribió Santiago de la Vorágine en el siglo XII en su obra titulada "La Leyenda Dorada". Curiosamente, en esta versión catalana, se dice que este acto heroico se llegó a conocer por todo el mundo, y que el emperador romano hizo llamar a Sant Jordi, que era soldado suyo, porque le explicara la razón de aquella gesta. Él, sin ningún tipo de problema, le dijo que lo había hecho por revelación divina, de Dios y de su hijo Jesucristo. Esto irritó al emperador y lo hizo matar.
Una leyenda de similares características se explica sobre Sant Mer, un santo muy venerado en el Pla de l'Estany. Los inicios del culto en Cataluña empiezan cuando el Abad Oliva consagró el año 1032 un altar en honor al santo en el monasterio de Ripoll. De entre las primeras capillas documentadas históricamente que se levantaron está la de Sant Jordi de Llob, en la comarca del Bages, 1053. No hay que olvidar la capilla de la Generalidad de Cataluña que data de mitad del siglo XV, por su importancia social. En un principio, por el siglo XIII, la devoción a Sant Jordi la tenían principalmente los caballeros. Por este motivo, nacieron diferentes órdenes caballerescas de Sant Jordi, como la de Sant Jordi d'Alfama, fundada en 1201 por Pedro II de Cataluña y Aragón.La Generalitat de Cataluña en su dietario del 17 de abril de 1456, declaró el 23 de abril públicamente como día de fiesta y dos siglos más tarde, en 1667, el Papa Clemente IX aprobó oficialmente que el 23 de abril fuera día festivo en nuestra casa, a pesar de que hoy sea laborable. Hace tiempo, era costumbre que se representasen obras teatrales sobre la vida del santo, bailes y procesiones. Se dice que hace muchos siglos era tradición en el Empordà, que los chicos que ya estaban en edad de casarse tenían derecho de levantarse de buena mañana y entrar en las casas de las chicas. Si todavía estaban durmiendo en la cama, eran invitadas a la fuerza a bailar fuera en la calle (aunque fueran con camisa).
Sant Jordi es el patrón de los enamorados en Cataluña gracias a la gran hazaña del santo de salvar a la princesa de aquel monstruo feroz. Parece que San Valentín hace la "vista gorda" y le cede este protagonismo a su "colega". Aunque algunos catalanes lo celebran tanto el 23 de abril como el 14 de febrero. En Sant Jordi, el chico le regala una rosa a su "princesa" y ésta le regala un libro. ¿De dónde viene la tradición de regalar la rosa? algunos dicen que nació de la "Feria de los Enamorados" que se celebraba en Barcelona por el siglo XV. Se puede decir que en el siglo XV, se repartían rosas a todas las señoritas que asistían a la misa que se celebraba en la capilla que el santo tiene el Palau de la Generalitat. La fiesta del Día del Libro tiene un origen en Cataluña. Comenzó a celebrarse el 7 de octubre de 1926 en conmemoración del nacimiento de Miguel de Cervantes a instancias del escritor y editor valenciano, afincado en Barcelona, Vicent Clavel Andrés que lo propuso en la Cámara Oficial del Libro de Barcelona. El 6 de febrero de ese año, el gobierno español presidido por Miguel Primo de Rivera lo acepta y el rey Alfonso XIII firmaba el Real Decreto declarando la "Fiesta del Libro Español". El año 1930 se trasladó la fecha al 23 de abril, día de la muerte de Cervantes. Más tarde, en 1995, la Unesco declara el 23 de abril como el Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor. Cabe recordar que un 23 de abril también murió Josep Pla y William Shakespeare. Toda Cataluña se viste de rosas y libros. Los paseos y calles principales de nuestras villas están llenos de paradas con libros y rosas que dan un aire festivo y alegre a la celebración. En la rosa se cumplen dos características: el color rojo, que simboliza la pasión, y la espiga de trigo que es entendida como la fecundidad. De ahí que sea un buen elemento para regalar a una persona enamorada.