epicuro150
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Este castillo alberga uno de los museos de relojería más prestigiosos del mundo. En una región donde abundan los museos este destacada con luz propia por la calidad de sus obras.
Museo de Relojería de Le Locle.
Pero este castillo no ha sido ni el primero ni el único emplazamiento de este Museo de Relojería de Le Locle.
La pequeña ciudad de Le Locle está situada en pleno corazón del Jura suizo, en el cantón de Neuchâtel, y su historia siempre ha estado ligada a una actividad relojera intensa. Situada a 1000 metros de altitud, fronteriza con Francia y a tan solo 20 Km. de Neuchâtel y 80 de Besançon, con 11.000 habitantes dispone de tres museos de cierto relieve: el Museo de Bellas Artes, el de Relojería que nos ocupa y el de los Molinos subterráneos de Col-des-Roches. Esta ciudad prosperó durante el siglo XVIII en gran parte gracias al joven orfebre Daniel JeanRichard que se instaló en Le Locle en 1705 y posteriormente en la vecina ciudad de La Chaux-de-Fonds en la que se encuentra el otro gran museo de la región, el Museo Internacional de Relojería. Daniel JeanRichard fue el primer relojero de la región, el primero en crear un taller para la fabricación de relojes, formando a numerosos relojeros y dando trabajo a mucha gente en toda la región.
Esta pequeña ciudad alberga en la actualidad las sedes de firmas tan importantes como Ulysse Nardin, Zenith, Tissot, la manufactura Christophe Claret y Bergeon.
Como muchos otros, el museo que nos trata se crea a partir del museo de la ciudad en 1849. Su primera ubicación fue una de las salas de un colegio de primaria en el numero 11 de la calle Daniel JeanRichard. En 1858 la colección es comprada por la Escuela Industrial recientemente creada, precursora de la actual enseñanza secundaria. En esta época el museo se abre solo una vez al año, el día de las ‘Promociones’.
Cuando, ya en 1868, gracias a la insistencia del relojero Henri Grandjean, se crea la Escuela de Relojería la colección se traslada hasta ella por motivos pedagógicos. En 1886 Escuela y Museo son trasladados a unos nuevos locales en el número 9 de la misma calle construidos por la ‘Oficina de Control de material de oro y plata’.
A comienzos de la segunda guerra mundial, en 1939, la colección entera es colocada en cajas para protegerla de posibles asedios debido en parte a la proximidad de la frontera francesa. Cuando el conflicto mundial acaba la colección no dispone del espacio suficiente en su antigua ubicación. Hasta que en 1951 bajo el impulso del relojero James Pellaton y un grupo de simpatizantes el ayuntamiento cede una sala en su tercera planta para la disposición de la colección.
Pero la suerte del Museo iba a experimentar un esperanzador giro cuando en 1954 un castillo de estilo Luis XVI construido a finales del siglo XVIII por la familia Sandoz, llamado ‘Châteaux des Monts’, es puesto a la venta y el Consejo comunal decide comprarlo por la suma de 460.000.- Francos. Cuando la ultima propietaria del castillo, la Sra. Nardin, se queda viuda y decide vender el edificio este dispone de 20 estancias, cuatro salas de baño y 3 habitaciones de servicio con un terreno de mas de 250 mil m2.
Nacido en Basel el 2 de abril de 1892 Maurice Sandoz es el hijo del fundador de la industria química Sandoz. Sus viajes, su fortuna y su distinción le permiten conocer a los más importantes personajes de su época, desde Jean Cocteau y Charlie Chaplin hasta Dalí. Mecenas generoso y amante de la belleza bajo todas sus formas Maurice Sandoz se convierte en un gran coleccionista de plantas, gemas, muebles, pero también relojes, péndulos y autómatas. Cuando este se entera de la compra del castillo para el museo Maurice Sandoz decide donar su importantísima colección de autómatas con dos condiciones: la adaptación de una sala únicamente para esta colección y las piezas deberán funcionar al menos una vez al mes.
Maurice Sandoz se pone en contacto con otro personaje relevante de la época, el historiador y experto en relojería Alfred Chapuis a quien conoció cuando este último preparaba la obra ‘El mundo de los autómatas’. Alfred Chapuis jugaría el papel de mediador entre el mecenas y el comité del museo para más tarde formar parte del patronato de este.
Aunque se licenció en letras, Chapuis pronto se interesó por la evolución de la industria y esto le llevó a partir de 1908 al estudio de la industria más importante de la región: la relojería. Su primera gran obra fue ‘La historia de los péndulos en la región de Neuchâtel’ publicada en 1917. Le siguieron importantes obras sobre cajas de música y autómatas y fueron muy numerosos sus artículos técnicos para revistas y diarios. En 1938 fue distinguido doctor en letras honoris causa por la Universidad de Neuchâtel.
Después de solventar numerosos problemas de organización del espacio dentro del castillo el museo se inaugura el 23 de mayo de 1959 dejando la primera planta para las salas y la segunda para crear en ella una gran exposición general. Desgraciadamente a la inauguración no pudieron asistir dos de sus artífices. Tanto Maurice Sandoz como Alfred Chapuis fallecieron solo un año antes.
Poco al poco el museo abre sus puertas con mayor frecuencia y mejora sus servicios instalando además su propio taller de restauración. Aunque el Consejo Comunal subvenciona el museo este decide recaudar más dinero constituyendo una sociedad de amigos del museo que con sus pequeñas aportaciones permiten la compra de piezas interesantes.
Todo esta preparado para que en 1976 se abran las puertas para la exposición ‘Colección de relojes y autómatas Maurice y Edouard Sandoz’ una de las mas relevantes organizadas por el museo hasta el momento.
En 1981 el museo añade a su colección una nueva vitrina dedicada a los artesanos de la cronometria de la región que se instala en la segunda planta. Poco después se crea también una reconstrucción del taller del maestro relojero Jaques-Frédéric Houriet.
Otro de los mecenas del museo fue uno de los directores de la firma Longines, Frédéric Savoye, donando en 1979 su importante colección de péndulos compuesta por veinte-dos relojes suizos y franceses.
Poco después se negocia la cesión de la importante colección Henri Jeanmaire que en un principio iba destinada al Museo Internacional de Relojería de La-Chaux-de-Fonds (MIH) pero que por desacuerdos con el donador hace que esta se oriente hacia Le Locle. Inicialmente la veintena de péndulos de la colección fueron cedidos pero mas adelante la viuda de Jeanmaire donó la colección creando la fundación que lleva su apellido.
Una de las últimas colecciones donadas al museo ha sido la que su antiguo presidente del Comité, Alfred Huguenin, ofreció a comienzos de los 80. Esta estaba formada por trece péndulos de la región de los siglos XVIII y XIX.
Cada una de estas colecciones dispone de una sala para su exposición en la primera planta del castillo. Los 240 m2 de la segunda planta están destinados a la creación de exposiciones permanentes. Desde 1999 se presenta una nueva exposición permanente ‘Los tiempos del tiempo’ en la que se realiza un recorrido cronológico por las diferentes invenciones para la medida del tiempo, desde la clepsidra hasta los relojes atómicos.
Muy bien presentado y documentado la exposición recorre cada una de las diferentes etapas de la historia de la relojería con sumo rigor y precisión.
Cada cierto tiempo se celebran conferencias de expertos en diferentes sectores de la relojería y se presentan exposiciones como: ‘Expresión de la industria relojera de Le Locle de Daniel JeanRichard hasta nuestros días’, ‘Creadores relojeros independientes’ y ‘Abraham-Louis Breguet: el arte de medir el tiempo’. En agosto de 1993 empezó la dedicada al mundo ‘Swatch’. Esta convocatoria consiguió reunir 30.000 personas, record absoluto hasta el momento.
Como el hermano pequeño del Museo Internacional de Relojería de La-Chaux-des-Fonds este museo de Le Locle acoge importantes colecciones que harán las delicias de los amantes de la relojería antigua.
Espejo de Frères Rochat
Pierre Jaquet-Droz (1721-1790) es conocido por sus fabulosos autómatas mecánicos y sus relojes complicados. Nacido en la vecina localidad de La-Chaux-des-Fonds este magnifico artesano es mas un genial mecánico que un buen relojero. Sin duda su obra más importante esta compuesta por el genial trío de autómatas: ‘El escribano’, ‘El diseñador’ y ‘El músico’ formado por muñecos articulados capaces de escribir frases a voluntad, de dibujar o de interpretar diferentes melodías.
Aunque no tan importante, una de sus creaciones se puede admirar en este museo. Se trata de un péndulo con escape a rueda de encuentro y doble fusée. Sobra la caja de madera estilo Imperio que aloja el péndulo, se sitúa la jaula donde un pájaro canta las horas y los cuartos. Este sonido lo producen diez pequeñas flautas. Al tiempo que canta el pájaro salta y agita la cola y la cabeza. Esta pieza no fue atribuida al maestro Jaquet-Droz hasta 1913 porque la caja no es la original y no existe firma externa que permita identificarla. Esta pieza fue comprada por el museo en 1984 gracias a la aportación monetaria de un grupo de empresas privadas.
Cronómetro de marina de Henri Grandjean
El cronómetro de marina Nº 1 de Henry Grandjean (1803-1879) también es digno de mención por considerarle uno de los maestros de la cronometria de la región. La pieza que nos trata se construyó en 1831 y forma parte de una serie de cronómetros que Grandjean construyo en Le Locle. Casi todos ellos superaron las pruebas del boletín de marcha de primer nivel del Observatorio de Neuchâtel. Inspirado en los modelos ingleses este cronometro aporta una innovación importante: el volante no está cortado, con dos láminas bimetálicas ajustadas en el interior. Estas láminas hacen mover las masas que se desplazan siguiendo la temperatura, compensando por tanto su efecto distorsionador. El cronómetro cumple su función en numerosos viajes hasta que el mismo Grandjean lo recupera en uno de sus viajes a Chile y Perú cuando este se encontraba en pésimo estado en un pequeño taller de relojería.
Museo de Relojería de Le Locle.
Pero este castillo no ha sido ni el primero ni el único emplazamiento de este Museo de Relojería de Le Locle.
La pequeña ciudad de Le Locle está situada en pleno corazón del Jura suizo, en el cantón de Neuchâtel, y su historia siempre ha estado ligada a una actividad relojera intensa. Situada a 1000 metros de altitud, fronteriza con Francia y a tan solo 20 Km. de Neuchâtel y 80 de Besançon, con 11.000 habitantes dispone de tres museos de cierto relieve: el Museo de Bellas Artes, el de Relojería que nos ocupa y el de los Molinos subterráneos de Col-des-Roches. Esta ciudad prosperó durante el siglo XVIII en gran parte gracias al joven orfebre Daniel JeanRichard que se instaló en Le Locle en 1705 y posteriormente en la vecina ciudad de La Chaux-de-Fonds en la que se encuentra el otro gran museo de la región, el Museo Internacional de Relojería. Daniel JeanRichard fue el primer relojero de la región, el primero en crear un taller para la fabricación de relojes, formando a numerosos relojeros y dando trabajo a mucha gente en toda la región.
Esta pequeña ciudad alberga en la actualidad las sedes de firmas tan importantes como Ulysse Nardin, Zenith, Tissot, la manufactura Christophe Claret y Bergeon.
Como muchos otros, el museo que nos trata se crea a partir del museo de la ciudad en 1849. Su primera ubicación fue una de las salas de un colegio de primaria en el numero 11 de la calle Daniel JeanRichard. En 1858 la colección es comprada por la Escuela Industrial recientemente creada, precursora de la actual enseñanza secundaria. En esta época el museo se abre solo una vez al año, el día de las ‘Promociones’.
Cuando, ya en 1868, gracias a la insistencia del relojero Henri Grandjean, se crea la Escuela de Relojería la colección se traslada hasta ella por motivos pedagógicos. En 1886 Escuela y Museo son trasladados a unos nuevos locales en el número 9 de la misma calle construidos por la ‘Oficina de Control de material de oro y plata’.
A comienzos de la segunda guerra mundial, en 1939, la colección entera es colocada en cajas para protegerla de posibles asedios debido en parte a la proximidad de la frontera francesa. Cuando el conflicto mundial acaba la colección no dispone del espacio suficiente en su antigua ubicación. Hasta que en 1951 bajo el impulso del relojero James Pellaton y un grupo de simpatizantes el ayuntamiento cede una sala en su tercera planta para la disposición de la colección.
Pero la suerte del Museo iba a experimentar un esperanzador giro cuando en 1954 un castillo de estilo Luis XVI construido a finales del siglo XVIII por la familia Sandoz, llamado ‘Châteaux des Monts’, es puesto a la venta y el Consejo comunal decide comprarlo por la suma de 460.000.- Francos. Cuando la ultima propietaria del castillo, la Sra. Nardin, se queda viuda y decide vender el edificio este dispone de 20 estancias, cuatro salas de baño y 3 habitaciones de servicio con un terreno de mas de 250 mil m2.
Nacido en Basel el 2 de abril de 1892 Maurice Sandoz es el hijo del fundador de la industria química Sandoz. Sus viajes, su fortuna y su distinción le permiten conocer a los más importantes personajes de su época, desde Jean Cocteau y Charlie Chaplin hasta Dalí. Mecenas generoso y amante de la belleza bajo todas sus formas Maurice Sandoz se convierte en un gran coleccionista de plantas, gemas, muebles, pero también relojes, péndulos y autómatas. Cuando este se entera de la compra del castillo para el museo Maurice Sandoz decide donar su importantísima colección de autómatas con dos condiciones: la adaptación de una sala únicamente para esta colección y las piezas deberán funcionar al menos una vez al mes.
Maurice Sandoz se pone en contacto con otro personaje relevante de la época, el historiador y experto en relojería Alfred Chapuis a quien conoció cuando este último preparaba la obra ‘El mundo de los autómatas’. Alfred Chapuis jugaría el papel de mediador entre el mecenas y el comité del museo para más tarde formar parte del patronato de este.
Aunque se licenció en letras, Chapuis pronto se interesó por la evolución de la industria y esto le llevó a partir de 1908 al estudio de la industria más importante de la región: la relojería. Su primera gran obra fue ‘La historia de los péndulos en la región de Neuchâtel’ publicada en 1917. Le siguieron importantes obras sobre cajas de música y autómatas y fueron muy numerosos sus artículos técnicos para revistas y diarios. En 1938 fue distinguido doctor en letras honoris causa por la Universidad de Neuchâtel.
Después de solventar numerosos problemas de organización del espacio dentro del castillo el museo se inaugura el 23 de mayo de 1959 dejando la primera planta para las salas y la segunda para crear en ella una gran exposición general. Desgraciadamente a la inauguración no pudieron asistir dos de sus artífices. Tanto Maurice Sandoz como Alfred Chapuis fallecieron solo un año antes.
Poco al poco el museo abre sus puertas con mayor frecuencia y mejora sus servicios instalando además su propio taller de restauración. Aunque el Consejo Comunal subvenciona el museo este decide recaudar más dinero constituyendo una sociedad de amigos del museo que con sus pequeñas aportaciones permiten la compra de piezas interesantes.
Todo esta preparado para que en 1976 se abran las puertas para la exposición ‘Colección de relojes y autómatas Maurice y Edouard Sandoz’ una de las mas relevantes organizadas por el museo hasta el momento.
En 1981 el museo añade a su colección una nueva vitrina dedicada a los artesanos de la cronometria de la región que se instala en la segunda planta. Poco después se crea también una reconstrucción del taller del maestro relojero Jaques-Frédéric Houriet.
Otro de los mecenas del museo fue uno de los directores de la firma Longines, Frédéric Savoye, donando en 1979 su importante colección de péndulos compuesta por veinte-dos relojes suizos y franceses.
Poco después se negocia la cesión de la importante colección Henri Jeanmaire que en un principio iba destinada al Museo Internacional de Relojería de La-Chaux-de-Fonds (MIH) pero que por desacuerdos con el donador hace que esta se oriente hacia Le Locle. Inicialmente la veintena de péndulos de la colección fueron cedidos pero mas adelante la viuda de Jeanmaire donó la colección creando la fundación que lleva su apellido.
Una de las últimas colecciones donadas al museo ha sido la que su antiguo presidente del Comité, Alfred Huguenin, ofreció a comienzos de los 80. Esta estaba formada por trece péndulos de la región de los siglos XVIII y XIX.
Cada una de estas colecciones dispone de una sala para su exposición en la primera planta del castillo. Los 240 m2 de la segunda planta están destinados a la creación de exposiciones permanentes. Desde 1999 se presenta una nueva exposición permanente ‘Los tiempos del tiempo’ en la que se realiza un recorrido cronológico por las diferentes invenciones para la medida del tiempo, desde la clepsidra hasta los relojes atómicos.
Muy bien presentado y documentado la exposición recorre cada una de las diferentes etapas de la historia de la relojería con sumo rigor y precisión.
Cada cierto tiempo se celebran conferencias de expertos en diferentes sectores de la relojería y se presentan exposiciones como: ‘Expresión de la industria relojera de Le Locle de Daniel JeanRichard hasta nuestros días’, ‘Creadores relojeros independientes’ y ‘Abraham-Louis Breguet: el arte de medir el tiempo’. En agosto de 1993 empezó la dedicada al mundo ‘Swatch’. Esta convocatoria consiguió reunir 30.000 personas, record absoluto hasta el momento.
Como el hermano pequeño del Museo Internacional de Relojería de La-Chaux-des-Fonds este museo de Le Locle acoge importantes colecciones que harán las delicias de los amantes de la relojería antigua.
Espejo de Frères Rochat
Pierre Jaquet-Droz (1721-1790) es conocido por sus fabulosos autómatas mecánicos y sus relojes complicados. Nacido en la vecina localidad de La-Chaux-des-Fonds este magnifico artesano es mas un genial mecánico que un buen relojero. Sin duda su obra más importante esta compuesta por el genial trío de autómatas: ‘El escribano’, ‘El diseñador’ y ‘El músico’ formado por muñecos articulados capaces de escribir frases a voluntad, de dibujar o de interpretar diferentes melodías.
Aunque no tan importante, una de sus creaciones se puede admirar en este museo. Se trata de un péndulo con escape a rueda de encuentro y doble fusée. Sobra la caja de madera estilo Imperio que aloja el péndulo, se sitúa la jaula donde un pájaro canta las horas y los cuartos. Este sonido lo producen diez pequeñas flautas. Al tiempo que canta el pájaro salta y agita la cola y la cabeza. Esta pieza no fue atribuida al maestro Jaquet-Droz hasta 1913 porque la caja no es la original y no existe firma externa que permita identificarla. Esta pieza fue comprada por el museo en 1984 gracias a la aportación monetaria de un grupo de empresas privadas.
Cronómetro de marina de Henri Grandjean
El cronómetro de marina Nº 1 de Henry Grandjean (1803-1879) también es digno de mención por considerarle uno de los maestros de la cronometria de la región. La pieza que nos trata se construyó en 1831 y forma parte de una serie de cronómetros que Grandjean construyo en Le Locle. Casi todos ellos superaron las pruebas del boletín de marcha de primer nivel del Observatorio de Neuchâtel. Inspirado en los modelos ingleses este cronometro aporta una innovación importante: el volante no está cortado, con dos láminas bimetálicas ajustadas en el interior. Estas láminas hacen mover las masas que se desplazan siguiendo la temperatura, compensando por tanto su efecto distorsionador. El cronómetro cumple su función en numerosos viajes hasta que el mismo Grandjean lo recupera en uno de sus viajes a Chile y Perú cuando este se encontraba en pésimo estado en un pequeño taller de relojería.
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