• NORMAS PARA EL SUB-FORO "TERTULIA"

    A partir de la fecha 22/01/2012 en este sub-foro -además de las Normas Generales-, regirán las siguientes normas particulares:

    1. Los temas que se creen, serán como se indica en la descripción del subforo, para DEBATIR y OPINAR sobre temas que no estén relacionados con la relojería.

    2. Si un usuario crea un tema concreto (por ej. "Mi colección de sellos"), todos los demás aportes de dicha temática que realice, deberá hacerlos bajo el mismo hilo que inició, evitando dispersar multitud de aportes idénticos en el sub-foro. De no realizarlo de ese modo, el Staff procederá directamente a su borrado, sin más.

    3. No se permitirá la creación de temas sin sentido, de escaso interés colectivo, o cuya nula generación de debate haya ya sido comprobada con anterioridad (como por ej.: datos estadísticos, cotizaciones, frases célebres, refranes, efemérides y similares).

    4. Las intervenciones en este sub-foro NO computarán en el contador de intervenciones de los usuarios.

    5. FdR se reserva el derecho de ampliar estas normas en cualquier momento y sin previo aviso.

Centro Relojero Pedro Izquierdo

La matanza de Macario ...

Asterix

Moderador
... y el distrito Hipotecario

(Romance burlesco)


Cuentan que al pobre Macario,
campesino bonachón,
le dieron por donación
de su tío Don Mariano
un magnífico marrano
el día de San Antón.

Sin saber cómo matarlo
preguntó en el vecindario
por un buen veterinario
que le diera información
sobre cómo liquidarlo
y obtener mejor jamón.

Pero al ver cuánto costaba
Macario casi se asusta
y el muy astuto pensó
que en cambio el señor Notario,
hombre de gran formación,
no cobraba sus consultas.

Y allí que se fue Macario
con la mejor intención.
habló con el Notario
planteóle la cuestión.

Mencionó la donación
de su tío Don Mariano
y que el problema primario
era su liquidación
omitiendo por respeto
que de ambas, el objeto,
no era otro que un marrano.

Y así que el Notario predijo
que el objeto transferido,
pero de nombre omitido,
debía de ser un cortijo.
Y empezó el malentendido.

Le informó, como es su oficio,
que para mejor liquidarlo
era bueno catastrarlo,
deslindarlo, registrarlo,
incluso inmatricularlo,
y que también, a su juicio,
podría autoliquidarlo
que resulta más frecuente
pues tenía facultades
que estimaba suficientes.

Macario quedó perplejo
ante tan sabio consejo.
aunque un poquito confuso
por las palabras en uso.

¡Cuántas cosas le habían dicho
que debía hacerle al bicho!

Pero sí grabó en su mente
de cazurro un poco lerdo
que antes de matar al cerdo
era, efectivamente,
muy importante “castrarlo”,
mas para autoliquidarlo,
-siguió pensando con tino-,
aún no faltando razones
algo sí que le faltaba:
lo que a su cerdo sobraba
(y este verso lo elimino).

Así que siguió su marcha
en busca de algún valiente
que al gorrino liquidara,
hasta encontrar de repente,
justo en la acera de enfrente
nada más doblar la esquina,
-tal vez fuera en mala hora-
un letrero de “Oficina”
y además “Liquidadora”.

Y se entró muy decidido
pensando que aquel letrero
sería de un matadero.
(De nuevo el malentendido).

Y al bueno de Macario
recibióle una señora
joven, guapa, registradora
del distrito hipotecario.

Más turbado todavía
que cuando le habló al notario
preguntó a quien le atendía
que en liquidar donaciones
eso ¿cómo se hacía?.

Mas por pura cortesía
decidió omitir de nuevo,
quizá pecando de terco,
que se trataba de un puerco
y de cortarle los huevos
por donde más le dolía.

Respondiéronle al momento
con intención de informarlo,
(mas causando confusión),
que para la liquidación
exige el procedimiento
traer ejemplar duplicado
pues uno será sellado
en ese preciso instante
y devuelto al presentante.
Y el otro, señor Macario,
se lo queda el funcionario
-o más bien la funcionaria-
por si aún mas adelante
procede complementaria.

Macario quedó perplejo
(y es la segunda ocasión)
con aquella explicación,
pues a más de ser complejo
duplicar a su marrano,
y que lo de ponerle sello
no alcanzaba a comprendello,
parecióle gran exceso,
o cuando menos, abuso,
que por una castración
hubiera que untar la mano
de un funcionario corrupto
con tan grande comisión,
(mas contuvo el exabrupto).

Pero aún más le dijeron:
Que el importe de todo esto
dependía del parentesco
por razón de ser sobrino
(y él creyó que del gorrino).

Y que si era disconforme
con el trámite de audiencia
presentara como informe
recurso de reposición.

Macario perdió la paciencia,
los nervios, la educación.

Salió gritando con gracia:
“Me cago en la burocracia.
Al cerdo lo capo yo”.



(Joaquín Delgado)
 

waltonjones

Consigliere
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