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Se ha discutido mucho, ya no lo sólo en el ámbito del coleccionismo del reloj, sino en la sociedad en la que vivimos, sobre el origen de la representación de la cifra 4 en la esfera de los relojes.
El sistema numérico romano deriva del utilizado por los etruscos. Este sistema se basaba en el método aditivo. I y I eran II, V y II eran VII, y II y II eran IIII. Con el tiempo empezaron a utilizar el método sustractivo, en el que el número anterior resta su cantidad a la siguiente. Así, en lugar de escribir 9 como la suma de 5 y 4 (VIIII) se escribió como la resta de 10 menos I (IX). La ventaja de este método era que acortaba la anotación de los números, pues se usaban menos símbolos. De esta forma, el número IIII pasó a ser IV.
¿Pero por qué se mantuvo la anotación del IIII en vez del IV en los relojes medievales? De hecho, el 4 es el único número que se muestra de esta forma, pues el nueve es representado como IX, y no como VIIII.
Se han hecho cientos de argumentaciones para explicarlo. Por ejemplo, se ha dicho que se representaba con cuatro barras, en lugar de un palo y una V, porque la anchura de las cuatro barras compensaba la del espacio opuesto en la esfera del reloj de la indicación horaria del ocho, escrito con una V y tres palos.
Otros argumento es que se utilizan los cuatro palos para representar la cifra 4 para evitar la confusión con el número romano 6, de manera que todo cinco reconocido y representado con una V que lleve como apéndice un palo, sea siempre 6.
Otras argumentaciones señalan que las cifras deben voltearse, y al representar el 4 con los cuatro palos, resulta legible tanto a la derecha como a la izquierda, como de arriba abajo, lo que no ocurriría si se escribiese con una V precedida de un palo.
Según otra explicación, se quiso evitar el uso del IV, pues en latín el nombre del dios Júpiter (Ivppiter) se iniciaba con dichas letras, por lo que podría haberse considerado blasfemo utilizar esta trascripción en los relojes de las iglesias. Los mismo romanos, por respeto a su dios, no escribían el número IV en los relojes de sol, sino que usaban IIII.
Es preciso recordar que el uso del método aditivo para el 4 no es universal, aunque si bastante común. En muchos relojes se puede encontrar este número escrito como IV, como es el caso del popular “Big Ben” de Londres.
Perdonad por el tocho y espero, si habeis llegado hasta aquí, que os haya parecido interesante.
Fuentes
Revista de relojería Cronos nov/dic 2008
Fotografías tomada de la red.
El sistema numérico romano deriva del utilizado por los etruscos. Este sistema se basaba en el método aditivo. I y I eran II, V y II eran VII, y II y II eran IIII. Con el tiempo empezaron a utilizar el método sustractivo, en el que el número anterior resta su cantidad a la siguiente. Así, en lugar de escribir 9 como la suma de 5 y 4 (VIIII) se escribió como la resta de 10 menos I (IX). La ventaja de este método era que acortaba la anotación de los números, pues se usaban menos símbolos. De esta forma, el número IIII pasó a ser IV.
¿Pero por qué se mantuvo la anotación del IIII en vez del IV en los relojes medievales? De hecho, el 4 es el único número que se muestra de esta forma, pues el nueve es representado como IX, y no como VIIII.
Se han hecho cientos de argumentaciones para explicarlo. Por ejemplo, se ha dicho que se representaba con cuatro barras, en lugar de un palo y una V, porque la anchura de las cuatro barras compensaba la del espacio opuesto en la esfera del reloj de la indicación horaria del ocho, escrito con una V y tres palos.
Otros argumento es que se utilizan los cuatro palos para representar la cifra 4 para evitar la confusión con el número romano 6, de manera que todo cinco reconocido y representado con una V que lleve como apéndice un palo, sea siempre 6.
Otras argumentaciones señalan que las cifras deben voltearse, y al representar el 4 con los cuatro palos, resulta legible tanto a la derecha como a la izquierda, como de arriba abajo, lo que no ocurriría si se escribiese con una V precedida de un palo.
Según otra explicación, se quiso evitar el uso del IV, pues en latín el nombre del dios Júpiter (Ivppiter) se iniciaba con dichas letras, por lo que podría haberse considerado blasfemo utilizar esta trascripción en los relojes de las iglesias. Los mismo romanos, por respeto a su dios, no escribían el número IV en los relojes de sol, sino que usaban IIII.
Es preciso recordar que el uso del método aditivo para el 4 no es universal, aunque si bastante común. En muchos relojes se puede encontrar este número escrito como IV, como es el caso del popular “Big Ben” de Londres.
Perdonad por el tocho y espero, si habeis llegado hasta aquí, que os haya parecido interesante.
Fuentes
Revista de relojería Cronos nov/dic 2008
Fotografías tomada de la red.
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