¡ Que nos pongas la foto Galy, que nos pongas la foto !.
Y si fotocopias el artículo entero mucho mejor. A veces compro MdT pero sólo cuando bajo al centro que no suele ser frecuentemente.
Enhorabuena. Los trabajos bién hechos, tarde o temprano, terminan siendo reconocidos
Voy ha tener que comprar otra revista, esta de mano de mano va.
Aquí el borrador de la entrevista, la foto espero poder escanearla esta noche.
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El personaje
Juan Fernández, Galy
Desde esta publicación dedicada a la Alta Relojería estamos acostumbrados a tratar sobre grandes piezas, fabricadas con materiales preciosos y a menudo diseñadas por amplios equipos de profesionales especializados con la ayuda de las más innovadoras tecnologías. Nuestro personaje de hoy, sin embargo, no pertenece a este mundo de glamour que no repara en gastos para crear esas maravillas de la técnica que estamos acostumbrados a ver. Sin embargo, se trata de alguien especial dentro del mundo de la relojería, ya que desde hace años combina su trabajo como reparador de relojes en el taller que regenta desde hace 25 años con la fabricación de piezas únicas, a menudo dotadas de sorprendentes complicaciones y con una clara intención artística, no exenta de mensaje social.
Juan Fernández entró a trabajar en un taller de reparación de relojes en 1966, y desde entonces no ha dejado de aprender de forma autodidacta los secretos de la relojería, compensando con la experiencia y la creatividad la falta de estudios especializados. Estos conocimientos adquiridos con los años y su gran inventiva se han visto reflejados en los más de 200 modelos creados por él, que a pesar de todo no han sido nunca comercializados. Algunas de sus ideas, sin embargo, se pueden encontrar en creaciones de algunas marcas. Coincidencia o no, el caso es que Fernández no oculta su colección, sino que da a conocer sus progresos e inquietudes siempre que tiene ocasión de ello.
Su pasión por la fabricación de sorprendentes guarda tiempos empezó a principios de los años ochenta, en un momento en el que se encontraba en paro y sintió la necesidad de innovar para poder vender sus propias piezas. Empezó también a reflexionar sobre la relojería, a preguntarse porqué las agujas giraban en un sentido y no en el inverso… y de todo ese proceso salieron sus primeras obras de carácter artístico, muy cercanas al concepto de poema-objeto y con claras influencias surrealistas (incluso el nombre que utiliza para firmar sus obras, Galy, es una deformación del acrónimo de Gala y Dalí).
Los relojes artísticos de Galy, realizados a partir de calibres de cuarzo modificados, tocaban todo tipo de temáticas, desde el erotismo a la política –lo que le comportó incluso algún problema. De esa época son sus modelos de relojes cuyas agujas giraban en el sentido inverso al habitual, y tenían que ser observados a través de un espejo, o su reloj artístico de 25 horas, creado a partir de tres mecanismos unidos para diferenciar las tres partes del día.
Muchos de estos relojes pudieron ser admirados en exposiciones que, sin embargo, no siempre resultaban rentables para Fernández, de modo que al final acabó deshaciéndose de la mayor parte de sus creaciones. Pero la pasión por seguir investigando para encontrar nuevos caminos para dar la hora ha hecho que Galy continúe trabajando en sus proyectos en las horas libres que le deja su labor en el taller.
El tourbillon Galy
El proyecto en el cual está trabajando actualmente Juan Fernández recibe el nombre de Tourbillon Galy, aunque técnicamente poco tiene que ver con la idea que todos tenemos en la cabeza de un reloj tourbillon. La idea central de este guarda tiempos misterioso, inspirado por un reloj de Henry Robert de 1878, es un calibre que arrastra en su giro a la esfera central de las horas y, con ella, a la solitaria aguja. Por cada rotación completa de ésta, el disco central de los minutos también efectúa un movimiento de 1/12 de vuelta, de manera que la manecilla indica siempre, simultáneamente, hora y minutos.
Para hacerse una idea de su funcionamiento y complejidad, uno tiene que remitirse al famoso Freak de Ulysse Nardin, cuyo movimiento, que a su vez conforma las agujas, gira en la esfera para mostrar la hora. En el caso del Tourbillon Galy, sin embargo, la indicación de hora y minutos se da a través de una única aguja, gracias al giro del disco horario.
Actualmente, Juan Fernández trabaja en movimientos de cuarzo y en grandes volúmenes (el formato de prueba es un reloj de pared) por una cuestión económica y logística, pero su intención es poder encontrar financiación y medios para poder trasladar su idea, en un futuro no muy lejano, a un reloj de pulsera mecánico.