Os presento una “review” ilustrada de la pluma que gané en el reciente concurso, con agradecimiento al patrocinador Murdock y al Foro.
He googleado un poco para cerciorarme del contenido correcto del texto.
Eversharp Golden Symphony II
Eversharp es recordada como una de las grandes firmas norteamericanas de escritura de la época dorada de las estilográficas. Tras varios graves errores empresariales a lo largo de los años 40, y sobre todo después de haber fracasado al intentar anticiparse a su tiempo presentado un imperfecto bolígrafo primitivo, necesitaba remontarse comercialmente con urgencia. Para lograrlo decidió desarrollar en 1948 un producto accesible, sencillo de producir y atractivo para el consumidor. Su intento de recuperación se llamó Symphony.
Por desgracia para la marca, a pesar de que esta pluma fue relativamente bien recibida, se demostró insuficiente por sí sola para corregir las deterioradas finanzas de la casa. Muy pocos años después Eversharp abandono los productos de calidad para concentrarse en la fabricación de plumas de gama baja, lo que constituyó otro profundo disparate estratégico, cuando los bolígrafos, baratos y ya perfectamente desarrollados, se encontraban desplazando a las plumas de menor precio. Así que a mediados o finales de los cincuenta acabó siendo adquirida por Parker, quien mantuvo el nombre de Eversharp para alguno de sus artículos más económicos. Recuerdo haber tenido de pequeño un portaminas de la marca.
La Symphony es una pluma de tamaño medio, más bien delgada –para los gustos actuales- y muy ligera de cuerpo. Un capuchón metálico chapado en oro amarillo remata el cilindro, de lustroso plástico negro. Este ejemplar se podría datar hacia el año 1949 o 1950. En aquellos momentos, centrándonos sólo en marcas americanas, Parker dominaba la parte alta del mercado con su famosa 51, de depuradas líneas y procedimiento de alimentación y llenado. Sheaffer y su sistema neumático de carga de tinta TouchDown, o el aún más complicado Snorkel a punto de aparecer, representaba el paradigma de la sobreingeniería: estilográficas que siendo similares de aspecto a la Symphony, se distinguían tecnológicamente por su derroche de complejidad y consistencia. Waterman iba a presentar la C/F, revolucionaria a largo plazo por ser el primer modelo comercial que permitía el uso de cartuchos y convertidores de presión intercambiables, tendencia que llega a nuestros días. Ante aquel riguroso panorama de adelantos tecnológicos, la Eversharp, dotada de un sistema de carga por palanca, desdeñaba los avances de la competencia y se situaba resueltamente como un proyecto arcaico, al remitirse a soluciones propias de décadas anteriores. Como relativa novedad, añadía, al modo de la Parker 51 aerométrica, un tubo de respiración dentro del depósito de goma para facilitar el equilibrio de presiones. Tampoco su plumín seguía las corrientes de moda, enfocadas al carenado o a embutir los puntos en las boquillas.
Para contrarrestar la falta de innovación mecánica y quizá en un intento de atraer a la clientela de la manera más eficaz posible, Eversharp se centró sobre todo en la imagen externa. Se requirió la colaboración del prestigioso diseñador industrial Raymond Loewy, representante de un estilo aerodinámico americano de postguerra, que ahora calificaríamos de “retrofuturista” y autor de iconos indiscutidos como –por ejemplo- el rediseño de la botella de Coca-Cola, el logo de Shell o el paquete de Lucky Strike. Loewy concibió el cuerpo de la Symphony con aspecto de torpedo minimalista, aligerado por zonas curvas algo menos rectilíneas de lo habitual, pero entroncado con modelos anteriores de la marca. El resultado, a pesar de su evidente modernidad, es a primera vista insustancial, anodino incluso, dada la sutileza de la intención. Más insólito, en mi opinión, es el capuchón, de forma asimétrica, casi expresionista.
Visto en vertical, evoca la cabeza del robot de la película “Metrópolis”.
Tumbado, una de las fantásticas locomotoras de vapor del mismo Loewy.
Y eso que es un ejemplar de la segunda generación de la pluma en la que se atenuó un poco la radicalidad de las líneas avanzadas en el diseño original, incongruentes, por otro lado, con su sobria vocación de “superventas”.
El plumín de oro de 14 k, clásico de forma y dotado de un infrecuente orificio de ventilación alargado hexagonal, tuvo fama de ser suave, con una calidad de escritura extraordinaria. El mío no alcanza las expectativas: “suena” un poco y, aunque no llega a raspar, transmite, en la mano, una sensación rugosa, que espero pueda corregirse. El ancho queda entre Fino y Medio y el caudal es generoso.
Es preferible no utilizarla con el capuchón colocado en la parte de atrás, aparte de que encaja con escasa estabilidad, el peso la desequilibra notablemente.
Una joya discreta y crepuscular, pues, con el melancólico valor añadido del guiño a los pasados momentos de esplendor y la poderosa sugerencia metafórica de una lucha frustrada de las armas de la imaginación contra el imparable declive de quien no sabe adaptarse a las circunstancias de su tiempo.
De las marcas de estilográficas americanas clásicas, Eversharp era la única, por cierto, de la que nunca había sido usuario, así que casualmente vendría a completar mi pequeña colección, si fuese posible completar colección alguna… Además, y de forma enigmática, coincide en la denominación con la de mi última pluma: una Montegrappa ¡Symphony!
Espero que os haya interesado. Si alguien tiene tanta sed de conocimiento –y tiempo- como para querer información adicional, puede consultar estos enlaces que desarrollan el tema y de dónde he sacado algunos de los datos:
http://www.richardspens.com/?page=ref_info/symphony_profile.htm
http://www.penhero.com/PenGallery/Eversharp/EversharpSymphony.htm
http://en.wikipedia.org/wiki/Raymond_Loewy
He googleado un poco para cerciorarme del contenido correcto del texto.
Eversharp Golden Symphony II
Eversharp es recordada como una de las grandes firmas norteamericanas de escritura de la época dorada de las estilográficas. Tras varios graves errores empresariales a lo largo de los años 40, y sobre todo después de haber fracasado al intentar anticiparse a su tiempo presentado un imperfecto bolígrafo primitivo, necesitaba remontarse comercialmente con urgencia. Para lograrlo decidió desarrollar en 1948 un producto accesible, sencillo de producir y atractivo para el consumidor. Su intento de recuperación se llamó Symphony.
Por desgracia para la marca, a pesar de que esta pluma fue relativamente bien recibida, se demostró insuficiente por sí sola para corregir las deterioradas finanzas de la casa. Muy pocos años después Eversharp abandono los productos de calidad para concentrarse en la fabricación de plumas de gama baja, lo que constituyó otro profundo disparate estratégico, cuando los bolígrafos, baratos y ya perfectamente desarrollados, se encontraban desplazando a las plumas de menor precio. Así que a mediados o finales de los cincuenta acabó siendo adquirida por Parker, quien mantuvo el nombre de Eversharp para alguno de sus artículos más económicos. Recuerdo haber tenido de pequeño un portaminas de la marca.
La Symphony es una pluma de tamaño medio, más bien delgada –para los gustos actuales- y muy ligera de cuerpo. Un capuchón metálico chapado en oro amarillo remata el cilindro, de lustroso plástico negro. Este ejemplar se podría datar hacia el año 1949 o 1950. En aquellos momentos, centrándonos sólo en marcas americanas, Parker dominaba la parte alta del mercado con su famosa 51, de depuradas líneas y procedimiento de alimentación y llenado. Sheaffer y su sistema neumático de carga de tinta TouchDown, o el aún más complicado Snorkel a punto de aparecer, representaba el paradigma de la sobreingeniería: estilográficas que siendo similares de aspecto a la Symphony, se distinguían tecnológicamente por su derroche de complejidad y consistencia. Waterman iba a presentar la C/F, revolucionaria a largo plazo por ser el primer modelo comercial que permitía el uso de cartuchos y convertidores de presión intercambiables, tendencia que llega a nuestros días. Ante aquel riguroso panorama de adelantos tecnológicos, la Eversharp, dotada de un sistema de carga por palanca, desdeñaba los avances de la competencia y se situaba resueltamente como un proyecto arcaico, al remitirse a soluciones propias de décadas anteriores. Como relativa novedad, añadía, al modo de la Parker 51 aerométrica, un tubo de respiración dentro del depósito de goma para facilitar el equilibrio de presiones. Tampoco su plumín seguía las corrientes de moda, enfocadas al carenado o a embutir los puntos en las boquillas.
Para contrarrestar la falta de innovación mecánica y quizá en un intento de atraer a la clientela de la manera más eficaz posible, Eversharp se centró sobre todo en la imagen externa. Se requirió la colaboración del prestigioso diseñador industrial Raymond Loewy, representante de un estilo aerodinámico americano de postguerra, que ahora calificaríamos de “retrofuturista” y autor de iconos indiscutidos como –por ejemplo- el rediseño de la botella de Coca-Cola, el logo de Shell o el paquete de Lucky Strike. Loewy concibió el cuerpo de la Symphony con aspecto de torpedo minimalista, aligerado por zonas curvas algo menos rectilíneas de lo habitual, pero entroncado con modelos anteriores de la marca. El resultado, a pesar de su evidente modernidad, es a primera vista insustancial, anodino incluso, dada la sutileza de la intención. Más insólito, en mi opinión, es el capuchón, de forma asimétrica, casi expresionista.
Visto en vertical, evoca la cabeza del robot de la película “Metrópolis”.
Tumbado, una de las fantásticas locomotoras de vapor del mismo Loewy.
Y eso que es un ejemplar de la segunda generación de la pluma en la que se atenuó un poco la radicalidad de las líneas avanzadas en el diseño original, incongruentes, por otro lado, con su sobria vocación de “superventas”.
El plumín de oro de 14 k, clásico de forma y dotado de un infrecuente orificio de ventilación alargado hexagonal, tuvo fama de ser suave, con una calidad de escritura extraordinaria. El mío no alcanza las expectativas: “suena” un poco y, aunque no llega a raspar, transmite, en la mano, una sensación rugosa, que espero pueda corregirse. El ancho queda entre Fino y Medio y el caudal es generoso.
Es preferible no utilizarla con el capuchón colocado en la parte de atrás, aparte de que encaja con escasa estabilidad, el peso la desequilibra notablemente.
Una joya discreta y crepuscular, pues, con el melancólico valor añadido del guiño a los pasados momentos de esplendor y la poderosa sugerencia metafórica de una lucha frustrada de las armas de la imaginación contra el imparable declive de quien no sabe adaptarse a las circunstancias de su tiempo.
De las marcas de estilográficas americanas clásicas, Eversharp era la única, por cierto, de la que nunca había sido usuario, así que casualmente vendría a completar mi pequeña colección, si fuese posible completar colección alguna… Además, y de forma enigmática, coincide en la denominación con la de mi última pluma: una Montegrappa ¡Symphony!
Espero que os haya interesado. Si alguien tiene tanta sed de conocimiento –y tiempo- como para querer información adicional, puede consultar estos enlaces que desarrollan el tema y de dónde he sacado algunos de los datos:
http://www.richardspens.com/?page=ref_info/symphony_profile.htm
http://www.penhero.com/PenGallery/Eversharp/EversharpSymphony.htm
http://en.wikipedia.org/wiki/Raymond_Loewy
