HUNTER100
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Aquí os dejo el reportaje que viene en el diario El Pais Madrid.
A las 13.15 de ayer y bajo un amenazante cielo encapotado, el aeródromo de Cuatro Vientos, cuna de la aviación española, fue testigo una vez más de un acontecimiento histórico. Setenta años después de haber finalizado la contienda bélica que dividió a España en dos bandos, los 800 caballos de potencia de un Polikarpov I-16 volvieron al aire para sobrevolar de nuevo Madrid, luciendo en su timón de cola los colores de la bandera republicana. A sus mandos, Carlos Valle, presidente de la Fundación Infante de Orleans (FIO), institución destinada a la conservación de aviones históricos, que ha financiado con fondos públicos y privados la restauración y puesta a punto de este modelo de avión de guerra. Valle, que se ha convertido en el único piloto español capaz de pilotar un Mosca (apodo republicano del I-16 tomado del nombre mokva (Moscú) el lugar de procedencia de las cajas de embalaje donde venían los aviones,mientras que en el bando nacional era conocido despectivamente como Rata, por su súbita manera de aparecer y desaparecer en las incursiones aéreas), prefiere matizar un punto: “En efecto, he tenido que aprender a pilotarlo sin disponer de un avión de doble mando con instructor, tal y como se hacía en 1936. Pero el verdadero protagonista de hoy es el Mosca, y quienes han apoyado a la FIO para que lo volviéramos a ver de nuevo en vuelo”, añade tras haber descendido del pequeño habitáculo del Polikarpov.
El ejemplar que ayer hizo historia se restauró a partir de los restos de un I-16 encontrados en 1992 en Rusia, tras haber realizado un aterrizaje forzoso hacia 1941 en Karelia, durante la guerra ruso-finlandesa. Tras un minucioso proceso de restauración hizo su primer vuelo en Rusia seis años más tarde. La FIO lo adquirió por 350.000 dólares a la Alpine Fighter Collection de Nueva Zelanda, entidad que en la actualidad se encarga de restaurarlos y ofrecerlos a museos, instituciones o personas que deseen adquirir este tipo de avión.
Una gran parte de los espectadores que ayer estuvieron presentes en Cuatro Vientos no fueron testigo directo (por una mera cuestión de edad) de la defensa de la capital llevada a cabo por estos aeroplanos durante la Guerra Civil. Casi todos menos uno: JoséMaría Bravo, un as de la aviación republicana que, a sus 91 años, aún se permitió el lujo de asistir a la puesta de largo del Mosca restaurado con la matrícula de uno de los dos aviones emblemáticos que pilotó durante la contienda: el CM-193 y el CM-249, este último exacto al ejemplar en vuelo. Como datos anecdóticos, señalar que el 193 perdió en tierra tras un bombardeo en la localidad catalana de Vilajuiga durante la Guerra Civil,mientras que el 249 se estrelló en Tarazona, cuando lo llevaba otro excelente piloto compañero de Bravo. Los 12 aviones de la Tercera Escuadrilla de Moscas de las Fuerzas Aéreas Republicanas Españolas (comandada por Bravo) lucían, en la cola, una ficha de dominó con el seis doble. Su significado real: “3ª Escuadrilla, doce aviones y salen los primeros”. “Representaba el que éramos una piña, la importancia del grupo frente al as”, recalca. Durante toda la mañana estuvo firmando pacientemente ejemplares de un libro autobiográfico, El seis doble, título adoptado, como no podía ser de otra manera, de esa ficha de dominó. Su amigo, Rafael de Madariaga, consiguió convencerle para que hiciera públicas sus memorias, algo que al parecer no fue fácil. Bravo participó en la batalla del Ebro, en la defensa de Cataluña, y finalizada la contienda española, se alistó junto con otros españoles en una escuadrilla soviética que luchó en la II Guerra Mundial. “En la guerra española hubo cuatro pilotos que fueron los mejores: Arias, Zarauza, Claudín y yo”.El Mosca finalizó su exhibición sin contratiempos 30 minutos después de haber despegado. De ahora en adelante, su futuro será volar en formación con aviones que hace siete décadas estaban en un bando ideológicamente opuesto a él. Cada primer domingo de mes, la Fundación Infante de Orleans seguirá exhibiendo sus aviones en perfecto estado de vuelo. Pero dentro de algo más de dos años, Cuatro Vientos, el escenario que vio nacer a la Aviación española dejará de ser testigo directo del vuelo del Mosca y le dará el relevo al aeropuerto de Getafe, futura sede del Museo de la Aviación proyectado por el arquitecto Norman Foster. Nuevos tiempos para aviones de otras épocas.
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A las 13.15 de ayer y bajo un amenazante cielo encapotado, el aeródromo de Cuatro Vientos, cuna de la aviación española, fue testigo una vez más de un acontecimiento histórico. Setenta años después de haber finalizado la contienda bélica que dividió a España en dos bandos, los 800 caballos de potencia de un Polikarpov I-16 volvieron al aire para sobrevolar de nuevo Madrid, luciendo en su timón de cola los colores de la bandera republicana. A sus mandos, Carlos Valle, presidente de la Fundación Infante de Orleans (FIO), institución destinada a la conservación de aviones históricos, que ha financiado con fondos públicos y privados la restauración y puesta a punto de este modelo de avión de guerra. Valle, que se ha convertido en el único piloto español capaz de pilotar un Mosca (apodo republicano del I-16 tomado del nombre mokva (Moscú) el lugar de procedencia de las cajas de embalaje donde venían los aviones,mientras que en el bando nacional era conocido despectivamente como Rata, por su súbita manera de aparecer y desaparecer en las incursiones aéreas), prefiere matizar un punto: “En efecto, he tenido que aprender a pilotarlo sin disponer de un avión de doble mando con instructor, tal y como se hacía en 1936. Pero el verdadero protagonista de hoy es el Mosca, y quienes han apoyado a la FIO para que lo volviéramos a ver de nuevo en vuelo”, añade tras haber descendido del pequeño habitáculo del Polikarpov.
El ejemplar que ayer hizo historia se restauró a partir de los restos de un I-16 encontrados en 1992 en Rusia, tras haber realizado un aterrizaje forzoso hacia 1941 en Karelia, durante la guerra ruso-finlandesa. Tras un minucioso proceso de restauración hizo su primer vuelo en Rusia seis años más tarde. La FIO lo adquirió por 350.000 dólares a la Alpine Fighter Collection de Nueva Zelanda, entidad que en la actualidad se encarga de restaurarlos y ofrecerlos a museos, instituciones o personas que deseen adquirir este tipo de avión.
Una gran parte de los espectadores que ayer estuvieron presentes en Cuatro Vientos no fueron testigo directo (por una mera cuestión de edad) de la defensa de la capital llevada a cabo por estos aeroplanos durante la Guerra Civil. Casi todos menos uno: JoséMaría Bravo, un as de la aviación republicana que, a sus 91 años, aún se permitió el lujo de asistir a la puesta de largo del Mosca restaurado con la matrícula de uno de los dos aviones emblemáticos que pilotó durante la contienda: el CM-193 y el CM-249, este último exacto al ejemplar en vuelo. Como datos anecdóticos, señalar que el 193 perdió en tierra tras un bombardeo en la localidad catalana de Vilajuiga durante la Guerra Civil,mientras que el 249 se estrelló en Tarazona, cuando lo llevaba otro excelente piloto compañero de Bravo. Los 12 aviones de la Tercera Escuadrilla de Moscas de las Fuerzas Aéreas Republicanas Españolas (comandada por Bravo) lucían, en la cola, una ficha de dominó con el seis doble. Su significado real: “3ª Escuadrilla, doce aviones y salen los primeros”. “Representaba el que éramos una piña, la importancia del grupo frente al as”, recalca. Durante toda la mañana estuvo firmando pacientemente ejemplares de un libro autobiográfico, El seis doble, título adoptado, como no podía ser de otra manera, de esa ficha de dominó. Su amigo, Rafael de Madariaga, consiguió convencerle para que hiciera públicas sus memorias, algo que al parecer no fue fácil. Bravo participó en la batalla del Ebro, en la defensa de Cataluña, y finalizada la contienda española, se alistó junto con otros españoles en una escuadrilla soviética que luchó en la II Guerra Mundial. “En la guerra española hubo cuatro pilotos que fueron los mejores: Arias, Zarauza, Claudín y yo”.El Mosca finalizó su exhibición sin contratiempos 30 minutos después de haber despegado. De ahora en adelante, su futuro será volar en formación con aviones que hace siete décadas estaban en un bando ideológicamente opuesto a él. Cada primer domingo de mes, la Fundación Infante de Orleans seguirá exhibiendo sus aviones en perfecto estado de vuelo. Pero dentro de algo más de dos años, Cuatro Vientos, el escenario que vio nacer a la Aviación española dejará de ser testigo directo del vuelo del Mosca y le dará el relevo al aeropuerto de Getafe, futura sede del Museo de la Aviación proyectado por el arquitecto Norman Foster. Nuevos tiempos para aviones de otras épocas.
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