Bilhana
New member
Engancharse a la modificación y ensamblaje de relojes es una variante especialmente dañina de la CRI, que tiene como elemento añadido que, a menudo, debes esperar una parte importante del reloj cuando ya tienes otras en casa. No sólo tienes el reloj en tu cabeza cuando todavía no se ha materializado, ves y tocas partes de tu futuro reloj, pero no puedes disfrutarlo.
Es una espera dura, ahora mismo me falta sólo una hebilla en oro rosa para que un Cortébert pueda ser presentado y lucido. Otros están camino, fragmentados en 14 paquetes procedentes de 8 países distintos. El que presento ahora está esperando la correa, pero le he encontrado una que me permite, de momento, disfrutarlo.
Grandes firmas relojeras perecieron con la «crisis del cuarzo», otras grandes marcas perviven, pero además existe un tercer grupo: el de las marcas, ya sean centenarias o contemporáneas, que siempre se han mantenido en círculos reducidos, sólo para verdaderos connaisseurs.
Esas desconocidas marcas me suelen llamar la atención cuando curioseo en los escaparates de las relojerías suizas, o en las vitrinas de los hoteles ginebrinos. Comparten esos espacios con marcas que centenares de millones de habitantes del planeta identifican como sinónimo de reloj, pero, en su caso apenas un puñado de amantes de los relojes las reconocen.
Una de esas marcas es Eloga, una firma creada a principios del pasado siglo, y que hoy es más conocida por sus relojes-joya para señora que por sus manufacturas. Yo diría, y no debe entenderse como una crítica, que esa orientación es fruto de que Eloga debía de ser la única firma relojera suiza dirigida por una mujer a mediados del XX.
Ahora la firma monta maquinarias ETA (lo dice abiertamente en su web, lo cual es muy de agradecer) en relojes de miles de euros, y pocos son los viejos Eloga que siguen marcando las horas. Algunos de esos viejos Eloga fueron importados a los Estados Unidos por una firma local, Banner, que los distribuía con su propia marca, pero con calibres firmados por la marca suiza con la identificación de importador de Banner: TOH, que puede verse en el puente de la raqueta.
Gracias a Javier (Epicuro150) descubrí uno de estos excepcionales calibres firmado por Eloga. Se trata de un Unitas 6497 de volante compensado. En la foto, además de todos los detalles del mecanismo, podéis ver los tornillos de compensación.
Bueno, pues ese precioso y exclusivo calibre ahora sigue latiendo en una caja de pulsera.
Es una caja de flieger, con la carrura estriada, corona sobredimensionada de cebolla y cristal de zafiro. La esfera es blanca, con una tipografía limpia y puntos de luminova verde, el mismo color de las agujas.
Precisamente el verde será el color de la correa definitiva del reloj, piel de avestruz en verde oscuro. Pero de momento esta marrón claro me permite lucir el reloj, que tiene una marcha que en ningún caso permite apreciar su casi medio siglo de existencia.
Para que los puristas no me lapiden, y se conformen con unos latigazos, conservo el conjunto original del reloj de bolsillo, de manera que, si en el futuro, alguien decide que el Eloga debe recuperar su forma original pueda hacerse sin dificultades.
¡Ah! Se trata de un reloj HAMBYE, HAnd Made BY Epicuro, ¡tendríais que verlo trabajando! Le dejé el calibre para que lo limpiara y engrasara, y una vez dispuse de caja, esfera y agujas lo dejó con ese aspecto que podéis ver en unos minutos…
Es una espera dura, ahora mismo me falta sólo una hebilla en oro rosa para que un Cortébert pueda ser presentado y lucido. Otros están camino, fragmentados en 14 paquetes procedentes de 8 países distintos. El que presento ahora está esperando la correa, pero le he encontrado una que me permite, de momento, disfrutarlo.
Grandes firmas relojeras perecieron con la «crisis del cuarzo», otras grandes marcas perviven, pero además existe un tercer grupo: el de las marcas, ya sean centenarias o contemporáneas, que siempre se han mantenido en círculos reducidos, sólo para verdaderos connaisseurs.
Esas desconocidas marcas me suelen llamar la atención cuando curioseo en los escaparates de las relojerías suizas, o en las vitrinas de los hoteles ginebrinos. Comparten esos espacios con marcas que centenares de millones de habitantes del planeta identifican como sinónimo de reloj, pero, en su caso apenas un puñado de amantes de los relojes las reconocen.
Una de esas marcas es Eloga, una firma creada a principios del pasado siglo, y que hoy es más conocida por sus relojes-joya para señora que por sus manufacturas. Yo diría, y no debe entenderse como una crítica, que esa orientación es fruto de que Eloga debía de ser la única firma relojera suiza dirigida por una mujer a mediados del XX.
Ahora la firma monta maquinarias ETA (lo dice abiertamente en su web, lo cual es muy de agradecer) en relojes de miles de euros, y pocos son los viejos Eloga que siguen marcando las horas. Algunos de esos viejos Eloga fueron importados a los Estados Unidos por una firma local, Banner, que los distribuía con su propia marca, pero con calibres firmados por la marca suiza con la identificación de importador de Banner: TOH, que puede verse en el puente de la raqueta.
Gracias a Javier (Epicuro150) descubrí uno de estos excepcionales calibres firmado por Eloga. Se trata de un Unitas 6497 de volante compensado. En la foto, además de todos los detalles del mecanismo, podéis ver los tornillos de compensación.
Bueno, pues ese precioso y exclusivo calibre ahora sigue latiendo en una caja de pulsera.
Es una caja de flieger, con la carrura estriada, corona sobredimensionada de cebolla y cristal de zafiro. La esfera es blanca, con una tipografía limpia y puntos de luminova verde, el mismo color de las agujas.
Precisamente el verde será el color de la correa definitiva del reloj, piel de avestruz en verde oscuro. Pero de momento esta marrón claro me permite lucir el reloj, que tiene una marcha que en ningún caso permite apreciar su casi medio siglo de existencia.
Para que los puristas no me lapiden, y se conformen con unos latigazos, conservo el conjunto original del reloj de bolsillo, de manera que, si en el futuro, alguien decide que el Eloga debe recuperar su forma original pueda hacerse sin dificultades.
¡Ah! Se trata de un reloj HAMBYE, HAnd Made BY Epicuro, ¡tendríais que verlo trabajando! Le dejé el calibre para que lo limpiara y engrasara, y una vez dispuse de caja, esfera y agujas lo dejó con ese aspecto que podéis ver en unos minutos…