Se ha nublado y refrescado un poquito. Se agradece. Y es que ya van 3 días tanteándose los 35-37° C por el sur peninsular ibérico. Y uno por lo menos, no termina de ver, ni siendo autóctono, sepa lo que es trabajar en diversos horarios, en torno de noche, o estar en paro, donde está la ventaja de nuestro verano, con el calor que ya sofoca desde los 30° y poco y además falseando no solo una, si no dos horas de reloj. Encima para no ahorrar nada, porque se termina ello convirtiendo en más horas del día de calles desiertas de gente máquinas de aire acondicionado a todo trapo... ¿quién ahorra y disfruta?
Parece que poco a poco, lo más grave de este golpe por la pandemia va llegando a su fin. Muy lentamente, pero lo parece. Aunque casi 200 muertos al día siguen siendo demasiados. Más o menos dos atentados como el 11M un día tras otro, que se dice muy pronto.
Me temo que volveremos, con esa "nueva normalidad", que no será más que otra de esas en las que salvo que nos den en los morros con datos y consecuencias nos volverá a dar tres que ochenta que mueran miles de conciudadanos en España por diversas injusticias, imprudencias o simples preferencias de cara a mercado. A parné. O sencillamente, a poder.
Eso sí, en esa nueva normalidad a cada cual le dará por llorar (o hacer como que llora) por su venate particular y causa por la que estar en el Mundo. Pero de nuevo, de la mano del tres que ochenta que a mí más me repatea. Así va la cosa normalmente desde que el Mundo es Mundo ¿no? Hasta que no nos pone en peligro algo o nos tocan, a cada uno le duele lo suyo. Lo más cercano.
Espero equivocarme de cabo a rabo. Pero sé que es muy complicado. Lo de equivocarme digo, porque lo que llevaría a ello ni que decir.
Ya van varios días que salgo al balcón, pero no aplaudo, más o menos desde el jueves o viernes pasado. El fin de la cuarentena (y en muchas casas como la mía incluso más larga, mientras otros mientras no les corten las alas unos políticos hasta viajaban o se arremolinaban en momentos más que clave, que se veían y ya nos mostraban) se cumplió a costa de los de siempre, y de entre ellos a muchos que fueron aún más cautos y precavidos y ya íbamos tomando alguna medida de lógica desde enero o febrero 2019 al menos. Porque una vez más, por miles y miles que no lo quisieron aprender, que no ver, pues iban con su tres que ochenta, pues se hizo peor de lo que se pudo dentro de lo razonable de una situación así.
Y encima, ahora, con la espada de Damocles encima, de "más vale que lo hagamos bien, y no la liéis". Encima.
Pero bueno, aquí estamos. Siempre estamos.
Y mientras he notado el refresque, y respirado hondo (ventaja de vivir en un segundo con un parque generoso al lado), he recordado una noticia de esta mañana aunque de ciudades que caen a centenares si no mil kilómetros de mi: en las ciudades Barcelona y Madrid se viene respirando estos días el mejor aire en décadas. Aquí también se nota.
En ese momento miré el AL-180 "Bateryless", que es el que me he puesto hoy aprovechando el tiempo de manga corta y sol en exceso.
Y pensé:
"Y ahora que nos van dejando salir, ¿eso cuánto durará? Aparte de lo que siga por las precauciones por "el bicho", ¿se volverá a dejar que lo que no nos mate este "bicho", sean ayudas en forma de veneno para "el otro bicho" que también se lleva a miles y miles sin salir de nuestras fronteras, por ejemplo, como es el cáncer?
¿Volverán las oscuras golondrinas... y ya está?"
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