jost
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Llevo entre vosotros menos de un año. Pero en todo ese tiempo he podido ver cómo muchos de vosotros habéis heredado auténtica joyas relojeras, en todos los sentidos, joyas materiales y joyas sentimentales, incluso en ocasiones ambas cosas a la vez.
Todo esto quizá sean los legados de una época de mucho trabajo para sacar adelante a 5 hijos, de los "señoritos", de que en política "ver oír y callar", al señor pan y limosnas... Todos sabemos qué país tuvieron que vivir nuestros padres y abuelos. Y precisamente esos padres y abuelos llegado el día se permitieron uno de los escasísimos lujos que un hombre de su época podía concederse sin sentirse un derrochador. Y se compraron un reloj, el más bonito y exacto que sus bolsillos podían costear y ni muchísimo menos pensando en el siguiente. Ese sería su reloj y nada más que ese. Si se paraba, al relojero, si no se paraba en 15 años, tanto mejor. Y llegó el día que la artritis le obligó a ponerle a su reloj el cilicio, el cinturón de castidad, los grilletes de la vejez... la correa elástica. Y ahí era cuando Omegas, Longines, Roskopf, Duward, Tissot... todos quedaban al mismo nivel, todos parecían lo mismo, acompañando a sus dueños en el banco del parque o frente a una caja tonta que suelta gritos y falacias.
La historia de la devolución de la dignidad de estos objetos ya la conocemos... abuela que abre un cajón, nuestra cara desencajada, Pedro Izquierdo, sonrisa, muñeca y cuidados de por vida. Es un final precioso y una jubilación merecida para esos relojes.
Pero mi reflexión no acaba aquí, hoy en día las cosas han cambiado mucho, las joyas y relojes de familia están desapareciendo a pasos agigantados, sobretodo en la rama masculina de las familias. Los que aún se sorprenden cuando se enteran que los relojes más caros del mundo siguen siendo mecánicos, alardean de un Viceroy de Alonso o Nadal y a renglón seguido te dicen que "si se casca me compro otro". Luego están los que tienen un Cartier, un Rolex o un Tag porque no pueden tener otro, igual que no pueden tener otra cosa que no sea un BMW serie 7... esos no cuentan porque siempre estuvieron ahí. Me refiero a nosotros los relojistas, coleccionistas auténticos de máquinas del tiempo de todas la épocas y de todas las calidades. Qué será de nuestros relojes cuando abandonemos este mundo terrenal? Nuestros descendientes podrán decir sin miedo "este era el reloj de mi padre/abuelo". O acaso esta afirmación será algo más difícil de concretar. Cierto es que todos tenemos más o menos nuestro favorito, pero no siempre lo decimos o a veces no se nos escucha con atención. Dejaremos a nuestros descendientes huérfanos de herencia a base de cantidad?
Bueno, creo que esto abre muchas otras cuestiones que en cada uno pueden ser muy particulares. Esta era mi reflexión del día, gracias por haber leído hasta el final.
JOST
Todo esto quizá sean los legados de una época de mucho trabajo para sacar adelante a 5 hijos, de los "señoritos", de que en política "ver oír y callar", al señor pan y limosnas... Todos sabemos qué país tuvieron que vivir nuestros padres y abuelos. Y precisamente esos padres y abuelos llegado el día se permitieron uno de los escasísimos lujos que un hombre de su época podía concederse sin sentirse un derrochador. Y se compraron un reloj, el más bonito y exacto que sus bolsillos podían costear y ni muchísimo menos pensando en el siguiente. Ese sería su reloj y nada más que ese. Si se paraba, al relojero, si no se paraba en 15 años, tanto mejor. Y llegó el día que la artritis le obligó a ponerle a su reloj el cilicio, el cinturón de castidad, los grilletes de la vejez... la correa elástica. Y ahí era cuando Omegas, Longines, Roskopf, Duward, Tissot... todos quedaban al mismo nivel, todos parecían lo mismo, acompañando a sus dueños en el banco del parque o frente a una caja tonta que suelta gritos y falacias.
La historia de la devolución de la dignidad de estos objetos ya la conocemos... abuela que abre un cajón, nuestra cara desencajada, Pedro Izquierdo, sonrisa, muñeca y cuidados de por vida. Es un final precioso y una jubilación merecida para esos relojes.
Pero mi reflexión no acaba aquí, hoy en día las cosas han cambiado mucho, las joyas y relojes de familia están desapareciendo a pasos agigantados, sobretodo en la rama masculina de las familias. Los que aún se sorprenden cuando se enteran que los relojes más caros del mundo siguen siendo mecánicos, alardean de un Viceroy de Alonso o Nadal y a renglón seguido te dicen que "si se casca me compro otro". Luego están los que tienen un Cartier, un Rolex o un Tag porque no pueden tener otro, igual que no pueden tener otra cosa que no sea un BMW serie 7... esos no cuentan porque siempre estuvieron ahí. Me refiero a nosotros los relojistas, coleccionistas auténticos de máquinas del tiempo de todas la épocas y de todas las calidades. Qué será de nuestros relojes cuando abandonemos este mundo terrenal? Nuestros descendientes podrán decir sin miedo "este era el reloj de mi padre/abuelo". O acaso esta afirmación será algo más difícil de concretar. Cierto es que todos tenemos más o menos nuestro favorito, pero no siempre lo decimos o a veces no se nos escucha con atención. Dejaremos a nuestros descendientes huérfanos de herencia a base de cantidad?
Bueno, creo que esto abre muchas otras cuestiones que en cada uno pueden ser muy particulares. Esta era mi reflexión del día, gracias por haber leído hasta el final.
JOST
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