Muy buenas. Soy propietario de un Pleamar ElMaldito, un feliz propietario debo añadir, y días atrás y debido a esto de los calores decidí cambiar la correa de origen por una milanesa que andaba desaparejada. Quiero resaltar el sorprendente cambio operado en el reloj ya que en cuestión de minutos envejeció mínimo cincuenta años. Si bien es cierto que la magia de esta transformación resulta más visible cuando se le acompaña de una camisa hawaiana. Añado que no importa el color ni la cantidad de flores de ésta, el resultado siempre es óptimo.
Aprovecho para reportar un pero. Creo que nos equivocamos con el color de las marcas horarias, creo que debimos respetar el color blanco de toda la vida y dejar que se oscureciera por sí solo pero que vamos, que eso es materia de otro hilo.
A lo que íba. Paso más tiempo entonces con el Pleamar y el otro día, en una de esas limpiezas inconscientes que hago al reloj que llevo, vuelvo a reparar en la rosa de los vientos del reverso, en que está girada respecto del eje longitudinal de la caja. 15 grados para ser precisos. Fue un detalle que al recibir el reloj me molestó. Pensé que bien podía estar alineado con ese eje invisible y ganar así en perfección aunque bien pensado me relajó la idea de que conseguir ese orden debía ser algo realmente complicado incluso hablando de relojería. No, hacer una rosca que consiguiera que la tapa terminase su giro casando el norte de la rosa con el norte del reloj no debía ser tan fácil y... bueno, yo tengo mis cosas, son prácticamente las que me definen, ¿no va a tener mi reloj las suyas?. Lo cierto es que en la limpieza del otro día, algo agobiado tengo que reconocer, no son tiempos fáciles y yo no vivo en la luna, caí en la cuenta de que la desviación de la rosa del Pleamar es una muy buena metáfora de la vida, te empeñas durante años en la tarea de mantener el norte pero resulta casi imposible no apartarse del rumbo previsto, no desviarse algo, aunque sean 15 miserables grados, de la ruta prevista. A lo mejor así tienen que ser las cosas, un repetido darte cuenta de que estás en el camino equivocado seguido de la inevitable corrección de trayectoria que debería llevarte donde quieres para descubrir mañana que volviste a perder el norte y que tendrás que volver a mover el timón. A lo mejor hay que perderse para encontrarse, o encontrarse para volver a perderse, no sé, pero en esas se te escapa el tiempo y entonces ya nada importa salvo creo las muescas que grabaste en la rueda de tu timón.
Bueno, lo cierto es me gusta la trasera de mi Pleamaar. Y por eso me gustan las traseras de los relojes casi tanto como las mismas esferas. Porque me dicen cosas, unas la hora, otras la vida. Espero pues acertar con el nuevo rumbo y mientras descubro que volví a equivocarme, la trasera del HydroConquest me recordará que el tiempo vuela, que es oro y que debo tanto disfrutarlo como sufrirlo. Hasta que ya nada importe salvo las marcas de mi timón.
Mersis por llegar hasta aquí, por leer toda esta trivialidad pero sobre todo por haber hecho real mi Pleamar.
Saludos.
Aprovecho para reportar un pero. Creo que nos equivocamos con el color de las marcas horarias, creo que debimos respetar el color blanco de toda la vida y dejar que se oscureciera por sí solo pero que vamos, que eso es materia de otro hilo.
A lo que íba. Paso más tiempo entonces con el Pleamar y el otro día, en una de esas limpiezas inconscientes que hago al reloj que llevo, vuelvo a reparar en la rosa de los vientos del reverso, en que está girada respecto del eje longitudinal de la caja. 15 grados para ser precisos. Fue un detalle que al recibir el reloj me molestó. Pensé que bien podía estar alineado con ese eje invisible y ganar así en perfección aunque bien pensado me relajó la idea de que conseguir ese orden debía ser algo realmente complicado incluso hablando de relojería. No, hacer una rosca que consiguiera que la tapa terminase su giro casando el norte de la rosa con el norte del reloj no debía ser tan fácil y... bueno, yo tengo mis cosas, son prácticamente las que me definen, ¿no va a tener mi reloj las suyas?. Lo cierto es que en la limpieza del otro día, algo agobiado tengo que reconocer, no son tiempos fáciles y yo no vivo en la luna, caí en la cuenta de que la desviación de la rosa del Pleamar es una muy buena metáfora de la vida, te empeñas durante años en la tarea de mantener el norte pero resulta casi imposible no apartarse del rumbo previsto, no desviarse algo, aunque sean 15 miserables grados, de la ruta prevista. A lo mejor así tienen que ser las cosas, un repetido darte cuenta de que estás en el camino equivocado seguido de la inevitable corrección de trayectoria que debería llevarte donde quieres para descubrir mañana que volviste a perder el norte y que tendrás que volver a mover el timón. A lo mejor hay que perderse para encontrarse, o encontrarse para volver a perderse, no sé, pero en esas se te escapa el tiempo y entonces ya nada importa salvo creo las muescas que grabaste en la rueda de tu timón.
Bueno, lo cierto es me gusta la trasera de mi Pleamaar. Y por eso me gustan las traseras de los relojes casi tanto como las mismas esferas. Porque me dicen cosas, unas la hora, otras la vida. Espero pues acertar con el nuevo rumbo y mientras descubro que volví a equivocarme, la trasera del HydroConquest me recordará que el tiempo vuela, que es oro y que debo tanto disfrutarlo como sufrirlo. Hasta que ya nada importe salvo las marcas de mi timón.
Mersis por llegar hasta aquí, por leer toda esta trivialidad pero sobre todo por haber hecho real mi Pleamar.
Saludos.