Iosepus
New member
JLML me pidió que hiciera una reseña de la entrada de mi bitácora dedicada a ese tema. Aquí está la traducción de la misma. En ese enlace se pueden ver algunas fotos más.
En una entrada anterior hablé de Danitrio y del absurdo de utilizar oro de 24 quilates (100% oro, con un error del 1 %) para hacer plumines. Ese texto me hizo pensar sobre el uso del oro en las plumas.
El objeto de usar oro está asociado a sus propiedades como metal noble, es decir, de su resistencia a la corrosión. Y el resto de propiedades es secundario. Tal y como el prof. Antonios Zavaliangos (U. Drexel, Filadelfia, EE. UU.) dice, es posible hacer plumines flexibles a partir de cualquier material de los habitualmente empleados en la construcción de plumines (oro, acero, titanio…).
El contenido real de oro en los plumines es muy variables. En plumas muy antiguas, en plumillas sin depósito ni alimentador, podía ser de tan sólo un 37% (9 quilates). Sheaffer, en lo años 50, hizo un plumín con ese quilataje para el mercado británico. Sin embargo, las leyes de algunos países forzaron el aumento del contenido real de oro. Italia y Francia son muy claros al respecto: un 75% de oro (18 quilates) es el contenido mínimo para poder llamar oro al material en cuestión. Y la mercadotecnia y el consabido “cuanto más, mejor” hicieron el resto. De hecho, incluso hoy se puede leer de las bondades de un plumín de 18 quilates sobre uno de tan sólo 14.
A principios de los 70, los tres grandes fabricantes de estilográficas de Japón entablaron una guerra por subir el contenido de oro de sus plumines. Platinum y Pilot llegaron a los 22 quilates. Sailor los superó a todos con plumines de 23 quilates. Pero a nada conducía esa tendencia y al cabo de tres años volvieron a los contenidos habituales de 14 (58.5%) y 18 (75%) quilates. La excepción es Sailor con su oro de 21 quilates para los plumines de las plumas más lujosas. Su argumento es el de siempre: mayor resistencia a la corrosión con mayores contenidos de oro.
La californiana Danitrio parece que es la única marca que aún sufre de esa fiebre del oro. Tan sólo esa parece ser la explicación a su empeño en utilizar oro de 24 quilates para uno de sus plumines. Y es que tanto oro hacen un plumín muy blando, muy proclive a la deformación plástica. Para evitarlo hay que hacer un plumín muy rígido. En cualquier caso, es posible que Danitrio no esté interesada en fabricar plumas sino joyas decorativas.
El ya mencionado prof. Antonios Zavaliangos también es autor de un interesante análisis sobre los materiales usados para fabricar plumines. El resumen de su texto es que 14 quilates de oro ofrecen un equilibrio muy adecuado entre la resistencia a la corrosión, elasticidad, facilidad de fabricación, etcétera. A fin de cuentas, la mayoría de los plumínes elásticos existentes tienen 14 quilates.
La pregunta última, sin embargo, es si son deseables los plumines flexibles. Pero esa es otra pregunta. Una pregunta casi filosófica.
En una entrada anterior hablé de Danitrio y del absurdo de utilizar oro de 24 quilates (100% oro, con un error del 1 %) para hacer plumines. Ese texto me hizo pensar sobre el uso del oro en las plumas.
El objeto de usar oro está asociado a sus propiedades como metal noble, es decir, de su resistencia a la corrosión. Y el resto de propiedades es secundario. Tal y como el prof. Antonios Zavaliangos (U. Drexel, Filadelfia, EE. UU.) dice, es posible hacer plumines flexibles a partir de cualquier material de los habitualmente empleados en la construcción de plumines (oro, acero, titanio…).
El contenido real de oro en los plumines es muy variables. En plumas muy antiguas, en plumillas sin depósito ni alimentador, podía ser de tan sólo un 37% (9 quilates). Sheaffer, en lo años 50, hizo un plumín con ese quilataje para el mercado británico. Sin embargo, las leyes de algunos países forzaron el aumento del contenido real de oro. Italia y Francia son muy claros al respecto: un 75% de oro (18 quilates) es el contenido mínimo para poder llamar oro al material en cuestión. Y la mercadotecnia y el consabido “cuanto más, mejor” hicieron el resto. De hecho, incluso hoy se puede leer de las bondades de un plumín de 18 quilates sobre uno de tan sólo 14.
A principios de los 70, los tres grandes fabricantes de estilográficas de Japón entablaron una guerra por subir el contenido de oro de sus plumines. Platinum y Pilot llegaron a los 22 quilates. Sailor los superó a todos con plumines de 23 quilates. Pero a nada conducía esa tendencia y al cabo de tres años volvieron a los contenidos habituales de 14 (58.5%) y 18 (75%) quilates. La excepción es Sailor con su oro de 21 quilates para los plumines de las plumas más lujosas. Su argumento es el de siempre: mayor resistencia a la corrosión con mayores contenidos de oro.
La californiana Danitrio parece que es la única marca que aún sufre de esa fiebre del oro. Tan sólo esa parece ser la explicación a su empeño en utilizar oro de 24 quilates para uno de sus plumines. Y es que tanto oro hacen un plumín muy blando, muy proclive a la deformación plástica. Para evitarlo hay que hacer un plumín muy rígido. En cualquier caso, es posible que Danitrio no esté interesada en fabricar plumas sino joyas decorativas.
El ya mencionado prof. Antonios Zavaliangos también es autor de un interesante análisis sobre los materiales usados para fabricar plumines. El resumen de su texto es que 14 quilates de oro ofrecen un equilibrio muy adecuado entre la resistencia a la corrosión, elasticidad, facilidad de fabricación, etcétera. A fin de cuentas, la mayoría de los plumínes elásticos existentes tienen 14 quilates.
La pregunta última, sin embargo, es si son deseables los plumines flexibles. Pero esa es otra pregunta. Una pregunta casi filosófica.
Bruno Taut
Publicado en http://estilofilos.blogspot.com/ el 3 de junio de 2010.
Publicado en http://estilofilos.blogspot.com/ el 3 de junio de 2010.
Última edición: